El 7 de febrero de 1926 salió a la luz el primer número del semanario riosellano "La Atalaya", un testigo de la historia local de la primera mitad del siglo XX y protagonista del último proyecto de la asociación cultural "Amigos de Ribadesella". El colectivo acaba de cumplir uno de sus primeros sueños: la recuperación de los periódicos de los cuatro primeros años, hasta 1929, y anhela ahora encontrar ejemplares de los tres que le faltan, pues se editó hasta 1932.

Sumergirse en las páginas de "La Atalaya" tiene interés de principio a fin, tanto por la información local que recoge como por los anuncios con los que se financiaba en una parte, ya que el lector pagaba veinte céntimos de peseta por cada ejemplar. Ambos aportan un conocimiento valiosísimo de una época sobre la que existía un cierto vacío documental en el concejo.

El trabajo de recuperación histórica que "Amigos de Ribadesella" ha desarrollado durante los casi treinta años de su existencia servirá, como tantas veces ha deseado Juan José Pérez Valle, director de la revista "La Plaza Nueva", para que dentro de cincuenta años no exista la falta de documentación sobre la época actual que él mismo se ha encontrado buceando en años pasados.

"La Atalaya" es, para esta tarea, un tesoro que ha dormido el sueño de los justos, microfilmado por la primera directiva de la asociación riosellana. La actual lleva cuatro años trabajando para dar forma al libro que acompaña y da contexto al DVD en el que están contenidos todos y cada uno de los ejemplares que se han podido recuperar.

En cada línea del semanario puede uno encontrar auténticas perlas para el disfrute y el conocimiento de la idiosincrasia riosellana. Llama la atención, por ejemplo la entrevista ficticia que en el primer número incluyen con el político Agustín Argüelles, "El Divino", o la referencia en uno de los artículos a "El Caballón", una famosa roca de la playa de La Atalaya ya desaparecida.

La celebración de la fiesta del Árbol en Collera, de la que Guillermo González -director operativo del periódico, aunque en el cargo figuraba Ricardo Cangas- lamenta no dar una información más amplia por falta de espacio. "La Atalaya" se componía de un cuadernillo -cuatro páginas- y solía dedicar la contraportada a los anuncios, entre los que se podían encontrar empresas locales, pero también de Colunga y hasta de Oviedo.

La llamada de la peluquería de Bartolomé Delgado para "ver una sesión de cine en su propia casa", así como el anuncio de que en el local se proyectaban, "de las ocho y media en adelante, gratuitamente, diez hermosas películas de asuntos muy morales", es un trazo más de un retrato inigualable de aquella época.