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Don Pelayo vive en Canarias

Fernando Manuel Ania, residente en Gáldar, reencarna al primer rey de Asturias en Les Piragües desde que falleció su padre

Fernando Manuel Ania Gutiérrez. J. M. CARBAJAL

Don Pelayo reside en la localidad grancanaria de Gáldar, considerada Real Ciudad por su vinculación con los reyes españoles y antiguos monarcas aborígenes, cuyo concejo fue denominado en el pasado como Corte de los Guanartemes y poco después proclamado primera capital de Gran Canaria. Pero, a principios del mes de agosto, desde 2006, acude puntualmente al desfile de la fiesta de Les Piragües de Asturias, en representación de la ciudad de Cangas de Onís, la primera capital del Reino de España durante 57 años, tras la ocupación musulmana, titulo concedido por Alfonso XIII, en 1907.

Fernando Manuel Ania Gutiérrez, de 43 años, nacido Castañera, en el concejo de Parres, aunque a los seis meses ya se trasladó con sus padres a vivir a Cangas de Onís, recrea en los prolegómenos del Descenso del Sella la figura de Don Pelayo, en homenaje a su progenitor Fernando Manuel Ania Meré, "Lolo, fallecido el 1 de septiembre de 2005, quien durante más de tres décadas había ejercido ese mandato en la más multitudinaria y popular de cuantas fiestas se celebran en Asturias: Les Piragües.

Estudió en las Escuelas Públicas Vázquez de Mella y en el Instituto Rey Pelayo. Al cumplir 18 años se alistó como voluntario especial en el Regimiento Príncipe nº 3 (Cabo Noval-Noreña), donde permaneció hasta 1998, para, posteriormente, ser agregado al cuerpo de la Legión, en la base militar de Viator (Almería). Doce meses más tarde, retornó de nuevo a Noreña y en 2000 es destinado al Regimiento Canarias nº 50, en Las Palmas. Ya en 2010 se incorpora al Grupo Logístico XVI, en el que aún continúa, ostentando el grado de cabo mayor. Es también asesor de un capitán.

Antes, hizo sus pinitos de fotografía junto a su tío Jorge Ania Díaz. Durante nueve años aprovechó las vacaciones escolares y algunas fechas festivas para ayudarle en sus reportajes. Una afición que con el transcurso del tiempo hizo mella en él, pese al radical giro dado en su vida laboral. "La cámara siempre va conmigo", matiza.

Atrás también quedan sus deportes de juventud, como el piragüismo o el fútbol. "No había más. O remabas o jugabas al fútbol", recuerda. Ahora, suele matar el gusanillo practicando el hockey sobre hierba con el equipo Agonek, de Las Palmas, encuadrado en categoría regional, ejerciendo tareas defensivas.

Cuando "Lolo" Ania murió, el Comité Organizador del Descenso Internacional del Sella (CODIS), presidido entonces por Emilio Llamedo Olivera, quiso rendirle un homenaje póstumo. Corría el año 2006 y le pidieron que fuese vestido de Don Pelayo para recoger una placa en memoria de su padre. Dicho y hecho. Allí se presentó, enfundado en la típica capa y luciendo la corona del primer rey asturiano. A partir de ese instante, todo le vino rodado. Fernando, hijo, asumió en reto de heredar el "reinado" de su padre. "Todavía me cuesta. Tengo que meterme en un papel de algo de mi padre creó y amó", explica.

Desde entonces, salvo en 2009 que no pudo desplazarse desde las Islas Canarias con motivo del nacimiento de su hijo, también llamado Fernando -"me dice que es Pelayín I de Canarias y III de Asturias, tras su abuelo y su padre", asegura con una sonrisa Fernando Manuel, cuando habla de su retoño-. En estos últimos años, tras recibir los pertinentes permisos de sus superiores para desplazarse al Principado, suele acudir, reencarnándose en Don Pelayo, a la fiesta de Les Piragües en compañía del alcalde de Cangas de Onís y de la ruidosa Peña "Los Botijos".

Luce con orgullo el nombre de Don Pelayo en la cinta identificativa del casco cuando van de misión y lo mismo ocurre con la bandera de Asturias. "Para mí es un honor representar a Don Pelayo por lo que supone para Cangas de Onís y, por supuesto, para Asturias. Eso sí, soy consciente de que nunca voy a llegar a la altura de mi padre", comenta.

En 2013 estuvo destacado en Afganistán, en cuya base militar colocó una señal, pintada con fondo azul y letra amarilla en la que puso la distancia que le separaba de Cangas: 5.800 kilómetros. Con anterioridad, había estado en ese mismo escenario en 2007 y en 2004 en Bosnia. Hasta el momento recibió ocho medallas, tres de ellas al Mérito Militar. "Dos medallas, la de Bosnia y la primera al Mérito Militar, las ofrendé a la Santina, en Covadonga, y se encuentran en su tesoro desde el 2004", matiza.

"Yo sí que ascendí al trono por fallecimiento del rey anterior y heredé el Reino Astur", dice con desparpajo. Su familia siempre fue muy devota de San Antonio de Padua. En 1995, cuando su hermano "Teto" regresó de una misión militar en Bosnia, ofrendaron un "ramu" al patrón y realizaron la procesión hasta la ermita de Cangues d'Arriba vistiendo sus respectivos uniformes. Dentro de escasos doce meses, si nada se tuerce, volverá a reencarnar la figura del rey Don Pelayo en Les Piragües.

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