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Un barnizador tiene el secreto de la mejor sidra casera de Piloña

Saúl Fresno cultiva la manzana en Miyares y la maya en un lagar de Bierces

Saúl Fresno, escanciando ayer un culín junto al lagar en Bierces. C. CORTE

Una manzana de calidad y un gran cuidado con la limpieza de la madera del lagar y las botellas fueron, según Saúl Fresno Díaz, las claves que lo llevaron a conquistar al jurado del I concurso de sidra casera que se celebró el domingo en Infiesto. Este barnizador de 52 años vive precisamente en la capital piloñesa pero cultiva el fruto en Miyares y lo maya en el barrio de Cadaveru, en Bierces. El sueño de Suárez, que se confiesa un apasionado de la sidra, siempre fue tener un lagar pero por falta de espacio adecuado no lo ha podido cumplir. Su amiga Toñi Aladro le presta desde hace cuatro años el suyo, con capacidad para 14 sacos, y ambos mantienen una "piquilla sana" por ver quien elabora el mejor caldo. "Toñi hace buena sidra pero le da vergüenza concursar, a ver si para la próxima edición la convenzo", apuntó Fresno.

El piloñes se enteró del concurso el pasado lunes, de casualidad, por boca de su amigo Arturo Valiente, de Coya, que también participó, aunque no llegó a la final. "Me apunté a última hora y para nada pensaba en ganar porque probé las sidras de algunos compañeros y estaban riquísimas todas", contó. Pero su mezcla de manzanas de tipo xuanina, raxao y perico que cultiva en una finca de media hectárea que su mujer tiene en la localidad de Miyares fue seleccionada como la mejor del concejo entre los 40 participantes que se presentaron.

"Siempre oí a los mayores decir que en la falda del Sueve, como es caliza y soleyera, estaban las mejores manzanas", recordó Fresno. Como premio, además de 200 euros en metálico y un trofeo, participará el próximo 13 de julio en Villaviciosa en el concurso "Meyor Sidra Casero d' Asturies". El lagarero confiesa sentirse "algo nervioso" ante la cita. "La verdad es que no soy demasiado optimista pero esto para mí es un hobby lo importante es pasarlo bien y mejorar gracias a los consejos de los muchos especialistas en la materia que asistirán", cuenta este autodidacta. Y es que Suárez aprendió la técnica cuando era niño observando cómo los mayores mayaban en Muñío y en Vallobal y la perfeccionó a través del método ensayo-error. "Ahora lo dejo reposar cinco días y revuelvo la magaya por la mañana y por la tarde", explica el lagarero, que a raíz del éxito cosechado en el certamen de Infiesto no para de recibir peticiones de amigos y vecinos que quieren catar su sidra.

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