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Los inquilinos de los pisos de Vipasa en Arriondas claman contra las goteras

Los vecinos de las viviendas de alquiler, que ya aportaron 4.000 euros de su bolsillo para paliar las deficiencias, exigen una solución a la empresa pública

techos y paredes revestidos de humedad. Consuelo Redondo muestra las goteras que presenta la habitación de su madre. A la derecha, Soraya Utrilla y Jonathan de Dios observan las humedades de la techumbre y la pared del salón. C. CORTE

"Como un queso gruyer, lleno de agujeros". Así definen los vecinos de las ocho viviendas de protección oficial de la calle Argüelles de Arriondas la situación de su tejado, donde las goteras campan a sus anchas.

Hace más de una década los residentes empezaron a detectar en las paredes y techos de sus viviendas las primeras manchas de humedad pero la situación, denunciada ya en LA NUEVA ESPAÑA el pasado diciembre, se ha agravado en los últimos tiempos sin que nadie ponga freno.

El problema llegó a tal extremo que en marzo hubo una intervención de urgencia para evitar que el bloque, propiedad de Vipasa, se convirtiera en una pequeña Venecia. "El chaval que vino a arreglarlo quedó asustado por el estado del techo, lleno de orificios, y sospechaba que había agua estancada en la cámara de aire de la pared", cuenta la presidenta de la comunidad, Consuelo Redondo, que habita en un segundo piso. El suelo de su vivienda se encuentra repleto de baldes con los que recoger el agua que se desparrama del techo. La mujer asegura que la situación "es insostenible" ya que tiene cargo a su madre de 82 años, "que ni duerme con el sonido de las filtraciones junto a su cama", dice mientras muestra las dos goteras que recalan sobre la caldera de su aseo. "Si no lo arreglan pronto, con todo el dolor del mundo, nos tendremos que ir, así no se puede vivir", cuenta.

Igual de desconchado está el techo de su hermano y vecino Florentino Redondo, que asegura que la comunidad ha enviado varios escritos a Vipasa sin obtener una respuesta seria. "El gerente quedó en reunirse con nosotros en verano y no apareció", lamenta. "Eso sí, para cobrar los 200 euros de renta andan rápidos", recalca.

La situación es tan desesperante que, a pesar de tratarse de viviendas en régimen de alquiler, los actuales inquilinos han desembolsado más de 4.000 euros de sus propios bolsillos para paliar los problemas de humedades. En agosto, el Boletín Oficial del Principado de Asturias (BOPA) publicó el anuncio de licitación para levantar y reparar la cubierta del tejado "pero por aquí no ha pasado nadie y a ver cómo afrontamos el invierno porque seguro que, por lo menos, hasta el año que viene no hacen nada", señala Soraya Utrilla, residente del 1º.

La joven reformó por completo la cocina, pero debido a las filtraciones que calaron por la salida de humos, ya ni las puertas de sus armarios, hinchados por la humedad, cierran correctamente. "Llegas con la intención de iniciar una nueva vida y te encuentras con esto... da un bajón enorme", explica. La misma impotencia que siente su vecina Teresa Valdés mientras muestra la pared ennegrecida de su baño. "Tuve que pagar a un electricista porque la lámpara del baño no funcionaba por el agua, cuando llueve casi hay que entrar nadando", ironiza.

Los problemas de humedades llegan incluso al sótano, donde las paredes de trasteros como el de Jonathan de Dios también chorrean. El joven se deshizo de su portalámparas porque "con la humedad la bombilla hacía cortocircuito". Ahora no le queda más remedio que bajar equipado con una linterna cuando quiere hacer acopio de sus pertenencias. "Por culpa del mal estado de nuestro tejado la humedad ahora afecta incluso al edificio vecino", dice.

"No es de recibo que sabiendo el mal estado del edificio hayan tenido el valor de entregar en junio una vivienda de promoción pública y presumir encima de que estaba reformada", coinciden los residentes. "No sabemos qué hacer ni a quién acudir", claman los vecinos, que aseguran que seguirán luchando por su derecho a una vivienda digna.

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