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Ribadesella, un puerto de altura

El muelle local pasó de recibir más de 200 buques mercantes al año a principios del siglo XX a ser base de apenas diez embarcaciones pesqueras en la actualidad

El vapor "Moncho", en el puerto de Ribadesella en 1920. REPRODUCCIÓN DE P. M.

Hace poco más de cien años el puerto de Ribadesella era el tercero en importancia de los once que había en la región, situado por detrás de los muelles de Gijón y Avilés en cuanto a tráfico de mercancías y movimiento de buques. El dato lo facilita el historiador riosellano Juan José Pérez Valle en la revista "La Plaza Nueva" y da buena cuenta del esplendoroso pasado de un medio de transporte venido a menos con la aparición del ferrocarril y la mejora de la comunicación por carretera.

Las diez embarcaciones que hoy venden sus capturas de pescado en la rula de Ribadesella y las dos personas que están empleadas en ella (también vinculadas a la pesca) contrastan con la estampa centenaria en la que el puerto llegó a disponer de aduana, "tres prácticos, cuatro consignatarios y hasta un vicecónsul británico, el director de las minas de Buferrera, William Mckencie", apunta Pérez Valle. Ribadesella era a comienzos del siglo XX "el centro de distribución de mercancías para toda la comarca" y buen puerto de refugio.

Los buques transportaban carga variada, desde productos alimenticios como los cereales y las legumbres a la madera, el cemento y otras materias como los minerales. La llegada del ferrocarril en 1905 hizo que muchas mercancías se redujeran o desaparecieran del transporte marítimo, siendo el del carbón el descenso más significativo. En 1902 y 1904 entraron 218 buques (cada año) en el puerto de Ribadesella con carga de cabotaje (comercio nacional), una cifra que en 1913 se había reducido un centenar y que cinco años después, en 1918, había descendido hasta los 49 barcos. En este último año salieron de Ribadesella casi treinta mil toneladas de carbón, dejando un beneficio de 808.319 pesetas, la mayor ganancia de la década. El comercio de este mineral repuntó porque en febrero de 1917 los riosellanos salieron a la calle para pedir que se autorizara su embarque por el puerto local, lo que al conseguirse supuso un "revulsivo al paulatino declive portuario", señala Pérez Valle antes de añadir que la infraestructura quedó prácticamente reducida "a la salida de caliza y de carbón". Otros minerales que se embarcaban eran el hierro y el manganeso que se obtenían de las minas de Buferrera, en Covadonga. El transporte de la explotación hasta el puerto era su mayor dificultad y se hizo en carros hasta 1908, cuando se inauguró el tranvía Arriondas-Covadonga y el ramal Llovio-Puerto de Ribadesella.

A principios de siglo por Ribadesella también se exportaba manzana para puertos de Inglaterra, Francia o Alemania. El de 1907, por ejemplo, fue un "buen año exportador de manzana" y los relatos de la época describen que pocas veces se vio el puerto tan animado como entonces por el comercio de esta fruta. Durante las primeras décadas del siglo XX también se exportaron frutos secos (avellanas, castañas, nueces) hacia Inglaterra, donde los comerciantes riosellanos tenían un buen mercado.

Un 85 por ciento de las embarcaciones que llegaban a Ribadesella en esa época eran de bandera nacional y la mayoría de escaso porte (alrededor de un 80 por ciento no superaba las 200 toneladas). Entre los buques extranjeros abundaban los noruegos, seguidos por ingleses, suecos y daneses. Foráneos eran los de mayor tonelaje, pues los había que superaban las 1.000 toneladas. En cuanto a la tripulación, los barcos españoles solían tener de cuatro a diez miembros, según su capacidad. En las embarcaciones que superaban las 300 toneladas de registro (que solían ser extranjeras) se podían superar fácilmente los 20 tripulantes. "Eran raros los buques de más de 2.000 toneladas que llegaban al puerto, dadas las dificultades que presentaba la barra y el canal de atraque", explica Pérez Valle, antes de citar al vapor griego "León" y al buque inglés "Trevethoe", que sí lo hicieron. "De 1919 a 1937 el puerto de Ribadesella se mantuvo en el tercer lugar entre los puertos asturianos en cuanto al comercio realizado con países extranjeros, debido fundamentalmente a las exportaciones de minerales", describe el historiador local. La exportación de carbón se desplomó con el final de la Primera Guerra Mundial y la estabilización de las explotaciones en los países beligerantes. En 1919, por ejemplo, se exportaron sólo 25 toneladas.

El desarrollo de la industria conservera tuvo también su importancia en el transporte marítimo con el exterior. Pérez Valle remarca que el puerto riosellano era "el mejor de todo el Oriente" y de él partían barcos con cargamento de conservas de pescado elaborado en las factorías de Llanes, Lastres y Ribadesella. La entrada de buques en el puerto bajó desde los casi 250 de 1918 hasta poco más de un centenar dos años después (se mantuvo, con altibajos, toda esa década) y llegó hasta los 50 de 1936, una cifra que todavía caería en años posteriores.

La Guerra Civil afectó al tráfico marítimo, pero la caliza siguió siendo el producto más importante, seguida de algo de carbón. En esta época tuvo importancia el espato flúor que se extraía de las minas de Berbes y Caravia, pero su comercio se vio de nuevo frustrado por el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939. En las décadas siguientes el puerto riosellano no recuperó su esplendor y se fueron haciendo cada vez más evidentes carencias que todavía hoy son reivindicadas por los marineros. Ya en 1960 el mantenimiento y dragado "se posponía con demasiada frecuencia", explica Pérez Valle en el artículo, en el que también recoge cómo en 1974 las autoridades municipales tuvieron que entregar una distinción a la tripulación del guardacostas "Cíes" en la villa porque la embarcación no pudo entrar al puerto.

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