El guirria levantó ayer en Beleño pasiones entre las féminas, algún llanto entre los más pequeños y muchas expectativas entre el público que asistió a la fiesta del aguinaldo, declarada de interés turístico regional. Vestido de azul y grana y cubierto con careta y capirote, el personaje mitológico guió desde San Xuan hasta Cainava una comitiva a caballo compuesta por 22 solteros del pueblo, que no dejó una casa por visitar. Por el camino se ocupó de achuchar a las mozas, de tiznar de ceniza a los varones y de felicitar el año nuevo a todos.

Tras los mozos iban, a lomos de sus burros, una veintena de niños como Enrique González. "Yo de mayor quiero ser guirria porque besa a todas y tiene permiso para entrar a todas las casas y hacer lo que quiera", reflexionó el joven, de 10 años. A pesar de su juventud, lleva media vida participando en el aguinaldo con su equino "Chipirón" y espera con ansia a cumplir los 15 años, momento en que podrá montar a caballo y entrar en el sorteo para ser emparejado con una soltera del pueblo a la que, si sigue la tradición, deberá entregar un regalo y a cambio recibirá una cena.

Si en algo coincidían los vecinos es en que cada año se animan más jóvenes a participar. "Hacía tiempo que no se veían tantos burros, se nota que hay cantera, yo creo que este año batimos récord", contó el lugareño Pedro López. Él mismo atesora numerosas anécdotas de su etapa de aguinaldero, que tuvo que abandonar al dejar la soltería. " Cuando tenía 15 años me tocó en el sorteo una mujer de 80. Yo le regalé una colonia y ella me invitó a una buena fabada. Aunque a veces sale alguna pareja no es el objetivo principal ", indicó.

Uno de los más jóvenes del desfile fue Pedro Llera, que con sólo 3 años montó con maestría a su burrita "Nieve". Lo acompañaba su madre Cristina Rodríguez y su padre Ricardo Llera, que en su época también fue "un buen aguinaldero". "Los pequeños aprenden de los mayores y se van quedando con los cánticos y con cómo hay que manejar el animal", afirmó Bernardo Collado, que vino expresamente desde Londres para la fiesta del aguinaldo. Lo hizo acompañado de su hijo Matías, de 20 meses. "Este año tiene algo de fiebre pero el próximo participa seguro", prometió el padre, que hace algún tiempo fue Guirria. "Cansa mucho pero es una satisfacción ver como todos los vecinos te abren sus casas", dijo. Desde Méjico llegó Pablo Reyes, que cuenta con familia en la región y no dudó en subirse al caballo y entonar canciones frente a la casa de Ramona Rivero, la más elevada de Cainava. La lugareña dio vino a los mayores y dulces a los jóvenes, además de dinero para sufragar la cena de los chavales, que tendrá lugar el día de la cabalgata.

Los aguinalderos también deleitaron con sus cánticos a los hermanos Esperanza y Jorge Alonso y recibieron a cambio, entre otras cosas, corbatas (castañas cocidas). También tuvieron tiempo de visitar a José Pérez, que hace cuatro años fue guirria. "Cuesta verlo desde la barrera y no poder montar a caballo", contó. Su hija Elia Pérez evitó encontrarse con el Guirria, "porque sus barbas dan miedo". De vuelta a San Xuan, otra parada en El Carbayal, donde Víctor Santiago y Emma Martínez ofrecieron a los presentes suculentos manjares. Allí se encontraban Alba Fernández, Raquel Tomás y Carmen Castaño, que con 15 años participaban por primera vez en el sorteo. "Es una tradición guapa pero machista pues no podemos montar a caballo ni estar presentes en el sorteo" dijeron mientras esperaban "nerviosas" a la entrega de papeletas para saber qué pretendiente les había tocado.