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Diálogos orientales | JAVIER NAVES | Biólogo, representante del colectivo ecologista en el patronato del parque nacional de los Picos de Europa

"Hay estudios que dicen que matar lobos podría incrementar los daños en el ganado"

"He echado de menos el papel de los líderes locales en la denuncia contra quienes queman el monte; hay que aislar socialmente a estos individuos"

El biólogo Javier Naves. I. GARCÍA

Javier Naves (Oviedo, 1960) es biólogo y especialista en el oso pardo. Ha sido elegido para representar al colectivo ecologista en el patronato del parque nacional de los Picos de Europa, donde sustituye a Laura Varona.

-¿Cuáles son las aspiraciones de su representación en el patronato?

-Habría que preguntar al colectivo ecologista, conservacionista y animalista cuáles son sus aspiraciones para luego yo, como representante, intentar llevarlas a cabo. Quiero entender que es la representación de una sensibilidad en la máxima figura de protección de la naturaleza que recoge la legislación, el parque nacional. La aspiración podría ser precisamente hacer cumplir eso, que sea realmente el máximo exponente de lo que debe ser la conservación de la naturaleza y los recursos. Personalmente me gustaría contribuir a que la representación sea lo más amplia posible con la participación del mayor número de colectivos y de sus socios. Y también a que los organismos de participación en el parque y la relación con los otros actores implicados (administraciones, ganaderos, etcétera) sea lo más transparente, clara y honesta posible.

-Los incendios han afectado al parque nacional en menor medida que a otras zonas de la comarca y de la región, pero suponen un grave problema. ¿Cuáles son sus propuestas para solucionarlo?

-Lo primero que hay que decir es que el monte se quema porque alguien lo quema. Estamos ante un problema de educación, casi en una situación de terrorismo ambiental, y hay que detener y juzgar a quienes hacen esto. Personalmente he echado de menos el papel que pueden jugar los líderes de las comunidades locales como sindicatos o ayuntamientos en la denuncia de estos hechos. Creo que este papel quizás debiera ser más enérgico, hay que aislar socialmente a estos individuos, el perjuicio es para todos. En el parque hay que evitar cualquier tipo de especulación, bien sea por motivos de pasto, de madera, de caza o el que sea. Hay que evitar cualquier tipo de beneficio de estos incendios.

-¿Y para conseguir una gestión sostenible del problema del lobo?

-En este asunto hay que preguntarse cuánto hay de ruido y cuánto de realidad, es una de las cosas que me gustaría mirar con más calma. Según documentación facilitada por el propio parque, los daños a la ganadería en 2015 se recogieron en 139 informes y afectaron a 182 cabezas de ganado, incluyendo las desaparecidas. Estas cifras recogen lo sucedido hasta el 30 de noviembre, pero se pueden entender como representativas de lo que pasa un año en un parque nacional con unas 33.000 cabezas de ganado de distinto tipo. Estoy convencido de que para el ganadero afectado es una faena, pero no parece que un cinco por mil de daños suponga un problema económico globalmente considerado. Creo que hay que estudiar el problema de nuevo y escuchar a los ganaderos, que tienen un retraso de un año de media para recibir las indemnizaciones por los daños. Es bueno que renovemos los argumentos y los discursos y que seamos capaces de dar una vuelta a la búsqueda de compromisos y entendimiento con todos los sectores.

-¿Se soluciona algo matando lobos?

-Creo que desde el punto de vista técnico y científico es más que dudable que matar lobos, a no ser que se maten todos, sea una solución, en algunos casos parece que se acentúa el problema. Parece que a medida que los grupos son más pequeños, se desestructuran, puede provocar, contrariamente a lo que se cree, que se incremente el número de daños. No lo digo yo, los dicen trabajos pagados por el propio parque nacional. Parece que el efecto es éste, a no ser que se acabe con todos y evidentemente en un parque nacional no es un objetivo ni siquiera planteable. Creo que la cuestión aquí está más relacionada con la gestión y el manejo de la propia ganadería, medidas preventivas, etcétera.

-¿Y cómo propone conciliar la conservación del medio ambiente con la otra actividad económica principal del parque, el turismo?

-En un lugar que tiene 33.000 cabezas de ganado y un millón y medio o dos millones de visitantes al año, sorprende lo poco que he encontrado en la documentación sobre problemas relacionados con el efecto del turismo o la ganadería, las dos actividades principales. Sí se hacen conteos de carga ganadera y turistas en algunas zonas, pero hay muy poco seguimiento del efecto de estas actividades sobre la conservación.

-¿Cree que el hecho de que el parque esté gobernado cada año por una comunidad autónoma diferente podría perjudicar a la gestión?

-Supongo que la hará más compleja y más difícil. Es cierto que alguna vez dentro del movimiento conservacionista o ecologista he oído ideas sobre la devolución al Estado de competencias. A mí personalmente no me gusta. Puede que lo haga más complejo y supongo que los mecanismos de coordinación en un parque que afecta a tres comunidades diferentes se resentirán en ocasiones. Todo lo que sea coordinar administraciones, personas, es más complicado pero también más democrático, más abierto y más interesante a que lo decidan en Madrid. Por ejemplo, con el tema de las indemnizaciones a los ganaderos, en la última reunión del patronato, la primera a la que asistí, un representante de Cantabria comentó que su gobierno regional ha suscrito para los terrenos que gestiona una póliza con una compañía de seguros y se abonan las indemnizaciones con uno o dos meses de retraso. Para hacer esto dentro del parque tendrían que ponerse de acuerdo las tres comunidades.

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