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La pintura es una excusa en Ribadesella

Un grupo de vecinos de Torre, en su mayoría mujeres, organiza un sinfín de actividades para charlar y disfrutar juntos de su tiempo libre

Carlos Jiménez, durante una clase en Ribadesella. P. M.

Son dieciséis mujeres de entre cuarenta y tantos y ochenta años y tienen mucha marcha. Muchas de ellas han cambiado la soledad de una casa en la zona rural por el calor de un equipo con ganas de pasarlo muy bien. Se reúnen en las antiguas escuelas de Torre, en Ribadesella, donde reciben clases de pintura, juegan a las cartas, proyectan grupos de teatro y trueque, cantan, cuentan y se olvidan de todos los problemas.

Todo empezó mientras Nuria Pando e Isabel Pis daban un paseo y discurrían qué podían hacer en la zona rural. La segunda conocía a Carlos Jiménez y María José Camacho, un polifacético matrimonio madrileño afincado en Vega que lo mismo le da a la pintura que a las manualidades, al teatro o a lo que se ponga por delante. Él es traumatólogo jubilado, historiador de la Medicina, pintor y músico y ambos están desplegando toda su energía en lo que describen como "un grupo de vecinos y amigos".

"Hay mujeres que llevaban muchísimos años sin verse, porque sólo lo hacían en el mercadillo semanal. Aquí se encuentran, charlan, es algo más que pintura", remarca Jiménez, para quien bajo el punto de vista médico esta actividad es fenomenal. Ninguna de ellas había cogido un lienzo en su vida, más que alguna siendo niña, y le tienen "desconcertado" con el nivel de los cuadros que pintan. "Se han puesto con mucho entusiasmo", añade. Las alumnas están "muy entregadas" y se les "olvida que le duele la rodilla o si hay problemas en casa", apunta Nuria Pando. Después de pintar, reír, contar y sobre todo pintar, el grupo merienda con lo que cada una aporta. Galletas, café, un vino caliente y hasta sidra achampanada.

Las actividades que más arraigo han tenido hasta el momento son la pintura y los juegos de cartas, aunque "las cabezas no paran" y los nuevos proyectos manan a borbotones por la puerta abierta en las escuelas de Torre. "Queremos hacer algún sábado de cine y palomitas y también un banco de tiempo, un trueque. Ahora que todos vamos a sembrar, nos gustaría juntarnos y cambiar huevos por cebollas o lo que sea", describe Pando. Carlos Jiménez también quiere cerrar el curso de pintura con una jornada al aire libre, para recrear la naturaleza con acuarela y deleitarse con la comida casera que aporte cada uno.

Son todo alumnas, aunque aseguran que no tienen "ningún veto a los hombres", que de momento no se han acercado a las actividades. Cuentan, eso sí, con la inestimable colaboración de Alfonso Llera Victorero, a quien cariñosamente llaman "el chico de los recados", que lleva a su mujer a las clases y de paso echa una mano en lo que se necesita. El que no pueda desplazarse hasta Torre podrá ver lo que ha salido de sus manos en una exposición colectiva que se inaugurará en la Casa de Cultura de Ribadesella el 30 de mayo.

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