La reina del retrato y de la figura. Así definen los que la que la conocieron a la pintora parraguesa Marina González Suárez, fallecida hace justo ahora un año en el hospital comarcal, a los 88 años de edad. Una veintena de sus pinturas al óleo se exponen al público hasta el 19 de este mes en la Casa de Cultura de Arriondas de forma gratuita.

La iniciativa de recopilar sus obras surgió de uno de sus alumnos más aventajados: el artista local Dan Miravalles. "Es mi manera de rendirle homenaje a la mujer que me crió artísticamente, que me dijo cómo se hacían las cosas. Parto siempre de lo que ella me enseñó pero amoldándolo a la época", contó el joven, que tomó clases con González de los 9 a los 18 años, cuando partió a Bilbao a estudiar Bellas Artes. Miravalles ya colocó una placa en honor a su mentora a la entrada de su academia tras su fallecimiento.

González impartía sus clases en el almacén trasero de la zapatería "Arlequín" que su hermana María Celia regentaba en la calle Argüelles. Cuando ésta cerró el negocio por jubilación, la artista abandonó también los pinceles para siempre. "Fue una pena que dejara de pintar pronto porque tenía mucho talento. Era una persona humilde, que prefería participar en exposiciones colectivas a destacar" contó la hermana.

González empezó a pintar muy joven, tutelada por su padre Rafael González, un famoso restaurador de muebles y antigüedades que compartió con sus siete hijos el amor por los lienzos. Con poco más de veinte años la joven se trasladó a vivir con unos familiares en Barcelona, donde recibió clases de pintura en la academia de Jorge Vila, según recuerda su hermana Mari Paz. "Luego vino a estudiar Bellas Artes a Oviedo y hacía retratos para mujeres adineradas de la capital. La primera vez que expuso fue en el antiguo casino de Ribadesella con mi padre. Luego le sucedieron muestras en Barcelona y otros lugares. Incluso le dieron una medalla de bronce en Logroño", señaló.

En la exposición de Arriondas aparecen un par de autorretratos de la artista o imágenes de sus padres, de su cuñado José María Sierra o su sobrino pero también paisajes como el de El Escorial que pintó desde un hotel "pues hasta de vacaciones se llevaba sus pinceles y le gustaba pintar siempre al natural", recuerdan los familiares. La casa de cultura parraguesa no es el único lugar en el que puede disfrutarse del legado de González, que diseñó un retrato del médico Francisco Grande Covián que aún hoy puede verse en el hospital de Arriondas. Otra de sus obras, una imagen del entonces príncipe de Asturias y hoy rey de España Felipe II da la bienvenida en el pasillo a quienes se acercan a visitar el Museo de Covadonga.

González nunca se casó ni tuvo hijos pero familiares como su sobrina-nieta Daniela Sierra, de 7 años de edad y que toma clases de pintura con Miravalles- se encargan de mantener vivo su legado.