El Descenso Internacional del Sella es, sin lugar a dudas, uno de los acontecimientos deportivos más importantes del calendario. No sólo en la región, sino lejos de las fronteras del Principado. Además, se trata de una gran fiesta, declarada de interés turístico internacional, que, año tras año, aúna música, cultura y diversión en Arriondas y Ribadesella, epicentros de la actividad.

Nunca se podría haber llegado a imaginar el desaparecido Dionisio de la Huerta que su idea de realizar unas excursiones en piragua junto a varios amigos por los ríos Piloña y Sella llegaría tan lejos. Tardaron siete horas en finalizar el trayecto. Con posterioridad, se incorporaron a la excursión palistas de Gijón y Ribadesella con la intención de convertir el descenso de paseo en competición deportiva. Y lo lograron. En 1945 nace el tren fluvial, con bar, banda de música, altavoces, gaitas y cohetes. Y en 1951, cuando los países extranjeros acuden por vez primera a la prueba, adquirió su carácter internacional.

La fiesta comienza en el puente de Arriondas, donde confluye toda clase de gentes. Los palistas participantes recorren las calles de la villa formando un cortejo en honor del dios Neptuno, acompañados de diferentes personajes característicos de esta fiesta, como Don Pelayo y otros reyes asturianos, gigantes, cabezudos y "los Tritones de Piloña", un grupo nacido de la imaginación de Dionisio de la Huerta para cuidar del río y de la seguridad de los piragüistas. Tras este pasacalles, y una vez alineados los piragüistas en ambas márgenes del río, llega uno de los grandes momentos de la fiesta, que este año tendrá a la gijonesa Lara Álvarez de protagonista: el pregón. Unos versos que todo piragüero tiene grabados en su memoria. Así comienzan: "Guarde el público silencio, guarde el público silencio, y escuche nuestra palabra, de orden de Don Pelayo, después de medir las aguas...". Los versos, simples y festivos, van acompañados del cántico masivo del Himno de Asturias, antesala de la salida, a las doce del mediodía, de los deportistas hacia el puente riosellano, y de la carrera de los aficionados que no quieren perderse el trayecto, ya sea por tren o carretera. El reto es llegar a Ribadesella a tiempo de vitorear a los vencedores a su paso bajo el puente de la villa, la meta de la carrera. Las celebraciones y actividades seguirán entonces por sus calles. En torno a las dos, es tradicional que los aficionados y los deportistas se vayan a comer a los campos de Oba, una arboleda junto al Sella y cercana a la villa a la que se puede ir y volver gratuitamente en el mismo tren.