El secreto para tener la mejor avellana de Piloña está en la poda del árbol. Lo dice Petri Flores Rebollo, que el domingo se llevó el primer premio en el XLV Festival de la Avellana de Infiesto por la buena calidad de sus frutos. "Algunos dicen que hay que podar nada más mesarlas, pero mi marido prefiere hacerlo con la primera luna de febrero", explica esta extremeña que lleva más de dos décadas participando en el concurso, en el que ya se impuso en anteriores ocasiones."Hay que cortar los cañones grandes para que el sol penetre en el árbol y dejar ramas nuevas", aconseja esta jubilada del campo. Más trucos: abonar bien los árboles con cuchu y realizar una buena selección del fruto. "Una vez me dijeron que probara a echar ceniza para mejorar la producción, pero no me funcionó, se me secó el avellano", confiesa.

Flores fue protagonista en el festival piloñés por más motivos: a sus 61 años era de las participantes más jóvenes y la que más avellanas puso a la venta del concejo: unos 140 kilogramos, que se despacharon en menos de una hora, a un precio de seis euros el kilo. Y es que hacía años que no se registraba una cosecha tan escasa como esta. "Hubo un año que llegamos a bajar 500 kilogramos aunque lo normal son sobre 200 y siempre se vendieron todas, hay demanda y tenemos clientes fijo", apuntó la ganadora, que achaca la falta de avellanas a la meteorología adversa "y a los lirones, que se las comen verdes".

Se da la casualidad de que Flores tiene algunos de sus más de 60 avellanos plantados en Caso, ya que junto a su finca pasa un río que marca el final del concejo de Piloña. "Mi casa está en Casu, soy la alcaldesa del barrio de Cabaña Derecha, y el año pasado me nombraron casina del año, pero casi todos los árboles están en la parte piloñesa, aunque, curiosamente, fueron más productivos los que tengo en la zona casina, igual por la humedad del río", explica la mujer, que considera fundamental un relevo generacional en el campo.

"En los tiempos que corren, la venta de avellanas tiene mucha demanda y da para ganar un buen sueldín, aunque los diez días que dura la recogida a finales de agosto son bastante duros, hasta te mareas", apunta Flores, que para cumplir con esa tarea cuenta con la ayuda de sus hijas pequeñas, Yoli y Rocío Peri.

La ganadora del festival reconoce que el premio "supone un impulso para seguir hacia adelante" y lanza un mensaje a los más jóvenes: "que no dejen una avellana sin recolectar; da pena verlas perderse por las cunetas porque ya no queda gente que las apañe".