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La mejor sidra sabe a campo en Sinariega

"La clave está en tener mucha higiene durante todo el proceso", dice el ganador del concurso regional de caldos caseros

Miguel Rosete ofrece un culín de la sidra casera ganadora en Sinariega. C. CORTE

Una buena sidra sabe a campo, a frescura, a gloria. Lo dice el parragués Miguel Rosete Rosete, que el domingo ganó el concurso regional de caldos caseros celebrado en Villaviciosa. El reconocimiento le pilló tan por sorpresa que ni siquiera estaba en Asturias para recogerlo. "No pensaba presentarme, fue la Asociación de Sidra Casera de Piloña, de la que formo parte, la que me animó a participar, y cuando fallaron el premio me encontraba de cacería en Córdoba. Cuando mi hija pequeña me llamó para contármelo sentí una satisfacción personal tremenda", apunta este vendedor de seguros.

Rosete, vecino de Sinariega, tiene clara la clave del éxito: "tener mucha higiene durante el proceso de elaboración", desde que se coge la manzana en seco para que no tenga hierbas pegadas, pasando por los barriles y hasta que se corcha en una botella bien seca. La amistad también jugó un papel fundamental en la victoria del domingo: su colega Hilario González, vecino de Bodes, le regaló gran parte de la manzana con la que se elaboró el caldo ganador. "Yo tengo sólo diez manzanos y, además, procuro mezclar, si me sale mucha colorada salgo a comprar verde o me la da algún conocido", relata Rosete, que produce de media anual unas 800 botellas, que etiqueta bajo el nombre de "La Quintana de Sinariega" en honor a su casa rural.

El artesano pretende que el galardón sea un tributo a los habitantes del pueblo que lo vio nacer. "El galardón me encanta, pero lo cambiaría por ganar el premio 'Pueblo Ejemplar de Parres' este año", apunta Sinariega, que ya planea aumentar la producción de sidra. "Lo ideal sería ampliar el llagar y llegar a producir más de 30.000 litros porque este espacio se me queda pequeño y aquí casi ni me revuelvo", cuenta.

El elaborador del mejor caldo casero de Asturias ya tiene todo listo para comenzar a mallar una nueva tanda de manzanas a comienzos de noviembre. "Tengo la madera del cierre remojando y en cuanto enfríe el tiempo me pongo a hacer sidra. La limpio antes y después de mallar para que no dé olor a humedad", señala. Más trucos: no descorchar nunca las botellas hasta que pasen, como mínimo, cuatro meses para que el caldo repose bien, y hacer una llagarada lenta, no sacar el zumo de golpe.

Rosete aprendió a elaborar sidra de pequeño, imitando a su padre, Rafael. "Tenía un llagarín de madera, pero siempre nos salía mala, o muy dulce o como vinagre, por falta de agua, hasta que hicieron la traída. Aquí no había una casa en la que no se produjera sidra y ahora sólo debo quedar yo", señala. Con el fallecimiento del progenitor, tomó las riendas de la producción, encargó en Ribadesella un llagar con base de hierro, compró barriles de acero, más higiénicos, y se puso manos a la obra.

La decoración del entorno corrió a cargo de su hija pequeña, Beatriz, que cuando era niña no dudó en pegar cromos de sus jugadores favoritos del Sporting, como Bilic, en el llagar, ubicado en una antigua cuadra reformada que hoy es casi un museo costumbrista en el que no faltan decoraciones como madreñas y panoyas. "Mis otras dos hijas, Bárbara y Gadea, también son sidreras", señala este aficionado a la escritura y a recrear cacerías a la antigua usanza.

El elaborador, que defiende que los culines entran mejor a primera hora de la mañana, apuesta por promover un concurso de sidra casera en Parres. "El concejo tiene muy buena manzana. La fruta de Llames de Parres y Sinariega siempre fue muy buscada, así que no estaría mal promover alguna actividad, como hacen, por ejemplo, en Piloña".

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