En medio de un sobrecogedor silencio decenas de personas despidieron ayer en la iglesia de Santa María Magdalena de Ribadesella a Perico Alonso, uno de los hijos adoptivos más queridos de la localidad e impulsor del mundo del surf en este rincón del Oriente, fallecido el pasado miércoles mientras practicaba este deporte en compañía de su hijo en la playa de San Marina.

Los rostros serios y los ojos vidriosos de muchos de los asistentes al funeral daban cuenta de lo querido que era Alonso a orillas del Sella. Una legión de surfistas de todas las edades, muchos de ellos inmersos en este deporte gracias a sus enseñanzas, se congregaron en los alrededores de la iglesia riosellana para arropar a familiares y amigos de Perico Alonso en tan complicado momento. Sus cenizas llegaron a la iglesia envueltas en varios ramos de flores. El párroco riosellano, Ramón Abad, destacó durante la homilía el amor por el mar de Alonso. "La consternación por su muerte hace que a muchos les cueste aún asumirla. Lo ocurrido ha sobrecogido el corazón de muchas personas. El mar fue su gran pasión, fue su vida y fue su gozo durante su corta pero intensa vida", dijo el sacerdote.