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BEATRIZ OLIVA | Maestra, pedagoga y terapeuta Gestalt y corporal, imparte un taller en Gobiendes

Las mujeres de Gobiendes quieren llenar los años de vida

"Me gusta plantear la elección entre llenar la vida de años y llenar los años de vida" | "Como te falle la salud social, lo otro va en picado"

Beatriz Oliva, en la sesión inaugural del taller en las antiguas escuelas de Gobiendes. P. M.

Beatriz Oliva (Oviedo, 1965) es maestra, pedagoga y terapeuta. Con treinta años de experiencia en la educación, ha trabajado con todos los grupos de edades y perfiles personales. Ahora conduce en Gobiendes (Colunga) el taller para mujeres "El placer de cuidarme".

-¿Por qué es importante cuidarse por placer y no por obligación?

-Desde la rama sanitaria se habla de prevención y claro que hay que trabajarla, pero muchas veces lo difícil es mantener ese cambio, incorporarlo a tu vida y crear el habito. Desde el campo de la educación se me ocurrió trabajar esa pregunta: puedo haber las cosas por deber o puedo buscar que las cosas que descubro que me sientan bien se conviertan en un hábito placentero, porque como no encuentre placer voy a abandonar. Planteé el programa según las cuatro patas de la salud: la física, la psicológica, la social y la espiritual, para que cada una vea qué hábitos le gustaría incorporar.

-¿Qué dificultades existen a la hora de crear un hábito?

-Por ejemplo, algunas mujeres dicen que quieren adelgazar pero, ¿de verdad quieren? A veces no están dispuestas a dejar el vermú, por ejemplo, y es ahí donde hay que elegir. Cuando quiero algo se trata de ver a qué renuncio y ver si de verdad merece la pena. No plantearse un "debería", sino un "quiero o no quiero". Y si no quiero, dejo de pelearme.

-¿Y luego?

-La ventaja de los grupos es la capacidad de aprender, y ser creativas es dotación de serie. Pero requiere tiempo, que a veces vamos a la carrera y no nos paramos a pensar de verdad qué necesito y si estoy cubriendo necesidades, si estoy siendo protagonista de mi salud.

-El taller está dentro del plan sobre drogas, ¿qué tienen que ver?

-Es una alternativa a la medicalización, que cuando a veces es necesaria. Pero también está bien que yo me responsabilice de ello porque no es suficiente. La medicación me va a ayudar a muchas cosas y también yo puedo hacer porque funcione mejor, responsabilizándome de mi salud.

-¿Qué entiende por salud social?

-Es la que más va a ayudar a las otras. Somos seres sociales, somos manada y estar con otras personas nos estimula, ayuda y alimenta. Cuando voy a los grupos veo que el motivo principal que las lleva es que se encuentran con otras mujeres, comparten espacio, inquietudes y problemas como antes se hacía de manera natural porque en los pueblos había gente. Iban al lavadero y lavaban: lavaban la ropa y también el alma. A veces no nos damos cuenta de que necesitamos de otras personas. Como te falle la salud social, lo otro va en picado. Hay que buscar tiempos, maneras para no aislarnos, que eso nos enferma.

-¿Qué se encuentra cuando inicia este tipo de talleres?

-En este caso, que son mujeres mayores, no esperan nada y esperan todo. No van porque dicen tengo un problema con el sueño o con la memoria. Su experiencia es que participando mejora su salud y cuando hay una propuesta atractiva acuden. Este grupo ha decidido trabajar los pensamientos que nos limitan: "esto es muy difícil", "no tengo edad para", "a mi edad no se puede cambiar"... Trabajar esas ideas que les limitan a la hora de realizar cambios para vivir mejor.

-¿Qué pasa después del taller?

-En general suele haber pocas ganas de terminar. Comprueban que efectivamente generamos unas endorfinas que nos hacen sentirnos bien. Me encuentro con ganas de más y hay gente que acaba gestionando sin falta de un profesional los lugares de encuentro. Es muy alucinante ver que efectivamente algo que antes, cuando había gente en los pueblos, era tan natural, ahora hay que promoverlo. Pero las que lo tuvieron o tienen lo buscan.

-¿Están en desventaja, las mujeres, en este sentido?

-Por primera vez he tenido grupos mixtos en Oviedo y me ha llamado la atención los hombres que han participado. No son temas que se traten en los bares, puedes sentirte muy solo o no darte cuenta de que estas muy solo estando en grupo. En este sentido, las mujeres tienen un beneficio frente a los hombres, porque sí se nos ha educado en la parte afectiva, en los vínculos amorosos. También es cierto que tenemos otro tipo de dependencia, pero no creo que lo tengamos más difícil. Los hombres tienen su dificultad y nosotras la nuestra.

-¿Por qué cree que ya no se valora al mismo nivel esta salud social?

-No le damos tiempo, no le damos importancia. Cuando hablas con gente que está al final de la vida nadie dice que limpiaría mas ni que querría ganar más dinero, sino que se dedicaría más a estas cosas. Lo consideramos normal. Es como levantarse por la mañana y no valorar poder andar porque como llevo equis años haciéndolo. Lo bueno pasa a ser normal por cotidiano y no le damos valor. Parar nos hace mucho más conscientes del valor del aquí y el ahora. Es más fácil poner la mirada en lo que falta que en lo que hay.

-¿Cómo se redirige esa mirada?

-Es lo que llamamos salud espiritual. Cuando me levanto me digo "qué bien que es de día" y si llueve me alegro porque si hay agua hay vida. Me gusta plantear la elección entre llenar la vida de años y llenar los años de vida. Cada mañana decido. Necesito hábitos, hacer cosas sin pensar que las hago, pero todos los días hay que poner una pizca de atención consciente en lo que hago. Esto es una salud brutal para sentirme bien. Es una pena ver que hay personas que no tienen nada para decir "ahora estoy así, pero que me quiten lo bailao".

-¿Es necesario abrir más espacios de este tipo?

-Sí. Esto es una necesidad, es aquello que si no lo cubro enfermo y me lleva a la muerte. No es un deseo, es como comer, que si no lo haces te mueres. Es una necesidad pero no solo de las personas, también de las organizaciones. Vivimos más años y es mucho más barato educar que curar. Y además educar nos permite llevar la vida con una alegría que no permite la enfermedad. Hace falta que la política crea en esto. Si lo hace estará y si no, no estará.

-¿Hay que hacerlo, además, extensivo a otras edades?

-Sí, es un tema a replantear con niños. Trabajo no desde la prevención, que dejo para la rama médica y me parece muy bien, sino desde la comunicación no violenta y la resolución de conflictos. Tiene que ver con proveer de habilidades y capacidades para pasar por los conflictos, que son parte de vivir. Esto es importante en infancia, adolescencia, juventud, madurez y vejez.

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