Trabajador infatigable. Así puede calificarse la trayectoria de Servando Huerta de Dios, natural de Cangas de Onís, que falleció ayer a los 87 años de edad, en su domicilio de Collía, en el concejo de Parres. Desde niño -era el segundo de ocho hermanos y el primero de los varones, tras la primogénita Queta- no tuvo otro remedio que esforzarse para salir adelante. Sus primeras faenas estuvieron ligadas a la crianza de ganado caprino en los montes de Santianes de Ola (Cangas de Onís), en compañía de un tío suyo.

Eran tiempos de verdadera penuria, en plena posguerra, tremendamente duros y mucho más para una familia numerosa, a la vez que muy humilde. Poco a poco, gracias al tesón, las cosas irían cambiando para mejor en la saga familiares, pese a que nadie se lo puso fácil. La matriarca, María de Dios Sierra, regentó durante una época, junto a algunos de sus hijos, la carnicería que estaba localizada en la ahora conocida como calle La Cárcel, en la ciudad canguesa.

Servando Huerta desempeñó durante un corto periodo de tiempo tareas de aprendiz de carpintero con el empresario Máximo Blanco, aunque acabó enfocando su actividad profesional a la industria carnicera, siendo una persona muy conocida la comarca de los Picos de Europa. Además, llegó a ser pionero en promover el proceso de salazón de jamones en la zona, repartiendo las piezas curadas desde Cangas a todo el Oriente, incluso a provincias limítrofes. Su reputación y prestigio profesional dejó estela.

Hoy se celebra el funeral por su eterno descanso en la iglesia parroquial de San Martín, en Arriondas (Parres), para, posteriormente, recibir cristiana sepultura en el cementerio parroquial. La capilla ardiente del finado, por la que ya han pasado a lo largo de la tarde de ayer infinidad de amigos y conocidos de la familia, se encuentra instalada en la sala número 1 del tanatorio del Oriente, en la capital parraguesa.