Un catálogo del subsuelo de los Picos de Europa. Eso es lo que se propone hacer el investigador Daniel Ballesteros, que ayer presentó el estudio "Caracterización geomorfológica y geocronológica de cavidades kársticas en el Parque Nacional de Picos de Europa" (Geocave) en el centro de interpretación "Casa Dago" de Cangas de Onís. El proyecto, realizado entre 2012 y 2016 con financiación del Organismo Autónomo de Parques Nacionales y el Ministerio de Agricultura -costó 41.524,2 euros-, busca dar realce al valor del patrimonio geológico vinculado a las cuevas del espacio protegido, poco conocidas. "El paisaje de los Picos es espectacular, pero es casi tan importante o más lo que hay debajo de él, pues contamos con la mayor concentración de simas profundas, un atractivo que los espeleólogos ya conocen y que hay que vender al resto del mundo", apuntó el ponente, acompañado por Montserrat Jiménez, profesora titular del departamento de Geología de la Universidad de Oviedo.

Como ejemplo de la riqueza que esconde el subsuelo pusieron los entre ocho y 12 kilómetros de cavidades que se descubren cada año en los Picos. "Hay 410 kilómetros de cuevas explorados y aún quedan muchas por descubrir. Desde el punto de vista científico, las que más interés tienen son las horizontales, pues en ellas se depositan sedimentos, estalagmitas y hasta restos arqueológicos", apuntaron.

Aunque hay localizadas 3.700 grutas en la zona, los ponentes centraron su trabajo en dos ubicadas en la vertiente asturiana del macizo occidental: la Torca la Texa y el Frailín de Camplengu, ubicadas cerca del lago La Ercina, y con 225 y 247 metros de profundidad, respectivamente. En total, suman seis kilómetros.

El estudio establece las edades de las cuevas, sus procesos, su descripción y su distribución espacial. La novedad del proyecto reside en que, por primera vez, se dispone de una base de datos cartográfica y científica de las cuevas del parque, una información directamente aplicable a la gestión del espacio protegido.

El equipo investigador contó con una metodología multidisciplinar que permitió, por ejemplo, la elaboración de mapas geomorfológicos subterráneos, la creación de modelos tridimensionales de las cuevas, el análisis de la estructura geológica y la realización de dataciones por modernos métodos de desintegración radiométrica de uraniotorio y de luminiscencia óptica estimulada. El trabajo permitió situar el origen de las cuevas del espacio protegido entre 1 y 4 millones de años de antigüedad. Su evolución habría estado marcada por la formación de la garganta del río Cares, que fue encajándose en el relieve y provocando el descenso progresivo de los niveles de aguas subterráneas, conformando unas simas cada vez más profundas.

A la presentación asistió el personal del parque, con el director de la parte asturiana, Rodrigo Robledano, a la cabeza, junto con el director general de Recursos Naturales, Manuel Calvo.