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La calle Real, historia de Colunga

"Una calle infecta se fue llenando de viviendas hidalgas", señala el historiador Omar Pardo de la actual vía de Grande Covián, que describe en su último libro

La calle Real, historia de Colunga OMAR PARDO

Caminar por la calle Grande Covián, antigua calle Real, es atravesar un museo de arquitectura urbana que a menudo pasa desapercibido para sus propios vecinos. Era "la calle primaria de la puebla de Colunga, que formaba parte del Camino de Santiago", como explica el historiador Omar Pardo, quien ha descrito cuatro de estas edificaciones en uno de sus últimos trabajos.

La calle Real era, en época medieval, "una infecta calle embarrada llena de pobres casuchas, de estiércoles y corrales de olor putrefacto, que se fueron desplazando poco a poco hacia otros lugares. Fueron sustituidas progresivamente por viviendas hidalgas, entre ellas el palacete renacentista de los Alonso de Cobián", el primer inmueble que el caminante se encuentra al iniciar la calle desde la plaza del Monumento.

Esta familia tenía su residencia principal en Loja y levantó esta casona en la segunda mitad del siglo XVI con estilo renacentista. "Forma un perfecto cubo que se adapta al desnivel de la calle, tiene planta rectangular y gran desarrollo vertical en tres pisos", describe el historiador antes de destacar la fachada de la planta baja, "con dos vanos adintelados con dos ventanas saeteras de remate semicircular avenerado colocadas a los lados".

Cuenta la tradición que en este palacio pernoctó Carlos V cuando desembarcó en Tazones en 1571, "aunque el escritor colungués Jorge Vigón, en su día Premio Nacional de Literatura, afirmaba que no fue ahí, sino en la casa de los Argüelles, donde se alojó el Emperador". Perteneciente a uno de los linajes más antiguos de Colunga junto a los Alonso de Cobián, esta casona está situada en la misma calle, pero en el otro extremo a la de los Alonso de Cobián, en lo que hoy es la plaza Vigón.

De regreso al inicio de la calle se encuentra la casa modernista café Magovi, un "interesante conjunto recogido en el Inventario de Patrimonio Arquitectónico de Asturias". Se trata de un "edificio civil" con dos plantas y ático de carácter "post-modernista", pues "aún representa, aunque tardíamente, la transición de la arquitectura decimonónica a la arquitectura del siglo XX", describe Pardo.

El historiador la califica como "innovadora y con proyección de futuro" y un edificio "más característico de urbes de gran entidad y no de una pequeña aldea asturiana, que compagina producción industrial y belleza artesanal en el intento de crear un ambiente agradable, elegante, moderno y alegre". Se trata, continúa el historiador, de una "manifestación burguesa y con un fuerte componente ornamental, inspirado en la naturaleza, la flora y la fauna".

Pegado a este edificio (abierto como café) está la casona de los Arcos, que Pardo fecha "aproximadamente en torno al siglo XIV", aunque matiza que "no se puede afirmar con rotundidad". Fue la primera construcción de la calle Real y de la original sólo se conserva la parte de abajo, con sus característicos arcos, pues ha sido "reconstruida en múltiples ocasiones a lo largo de los siglos". Esta casona tiene, por otra parte, "el privilegio de ser la casa con el número 1 de la propiedad". Caminando calle adelante y después de pasar lo que hoy es una vinatería, junto a una rampa ascendente hacia la plaza del mercado, está la casa de los Rivero, de la que tan sólo se conserva el escudo en el que se lee "Armas Rivero". "Se trataba de una casa solariega de rango menor a la que la osadía temeraria de enfrentarse con los todopoderosos Alonso de Cobián les causó graves contratiempos y una decadencia prematura", apunta el historiador.

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