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Ignacio Gracia Noriega en el recuerdo

Llanes sigue echando de menos a un personaje poco convencional e independiente, a un escritor variado y acertado

Ignacio Gracia Noriega en el recuerdo

Ignacio Gracia Noriega era un tipo estupendo. Su muerte ha sido sin duda uno de esos hechos que, más allá de los grandes hitos históricos, son indicio del fin de una época, desde esa inestimable e implacable perspectiva que es la intrahistoria. Porque Ignacio acumulaba una serie de rasgos en extinción: escribía siempre a mano y con pluma estilográfica, de las que tenía una hermosa colección; por necesidad, en ocasiones, en máquina de escribir, nunca eléctrica; no mantenía buenas relaciones con las nuevas tecnologías y jamás usó Internet, aunque tuvo que rendirse al teléfono móvil; su correo nunca llegó a ser electrónico; aborrecía las grandes superficies comerciales (a las que, por cierto, un amigo mío siempre menciona como la más probable representación de lo que pueda ser "estar en el infierno", sobre todo si es sábado, llueve y hay niños correteando); era amante de los libros propiamente dichos (atesoraba una impresionante y ordenadísima biblioteca), y yo creo que le asombraba que cierta gente prefiriese leer una pantalla a un "libro de verdad".

Como todos sabemos, Ignacio escribió mucho y muy bien acerca de muchas cosas y en estilos variados. Novelas, libros de diversa índole, artículos, cuentos, crítica literaria y gastronómica? Premios y reconocimientos múltiples, además de los escritos por sí mismos, lo confirman. LA NUEVA ESPAÑA fue lugar preferente de muchas de sus publicaciones, algunas dignas de antología. Participó mucho en Los Cuadernos del Norte, la revista de Juan Cueto (uno de sus amigos de siempre) y, por supuesto, en otros lugares y editoriales.

En esa variedad de estilos que cultivó, yo creo que Ignacio destacó realmente como escritor, además de por su sutileza para las semblanzas, por esos artículos, que son mayoría, de estilo -llamemos- costumbrista, en los que trata de lugares, situaciones o excursiones, fundamentalmente por Asturias y zonas limítrofes, y que muestran un conocimiento exhaustivo de pueblos, gente, paisajes, costumbres, bares? Precisamente en ese estilo era capaz de transmitir, cuando el asunto lo requería, una notable intensidad lírica tras la sobriedad de una prosa siempre ajena a la afectación y al sentimentalismo. La llegada del otoño preludiaba siempre para sus lectores muchos de esos impagables artículos de observaciones abundantes y agudas, en los que un lugar, una persona o lo que fuese eran elevados, por la maestría de su pluma, a la categoría de piezas literarias. Muchas veces he pensado que la exaltación otoñal de Ignacio, comprensible también por sí misma, era la consecuencia del abigarrado y progresivamente degradado veraneo llanisco, el del "turista de calzón corto" (la expresión es de Ignacio), que lo mantenía cercado en su casona, allá en el centro de Llanes, prácticamente todo el verano. Un divertido artículo suyo, "La peor semana del año", calificaba de esa manera a nuestro particular ferragosto, que, a modo de regalo para Ignacio, terminaba más o menos el día de su cumpleaños.

Fue hombre de amplísima y variada formación literaria, de gustos múltiples y diversos: Shakespeare y Cervantes, desde luego; una especial debilidad por Faulkner y Steinbeck; también Hemingway y John Dos Passos; cierta identificación con José María de Pereda o Pío Baroja; gusto por Julio Verne o Stevenson, quizá lecturas infantiles que marcaron su destino como escritor; por supuesto el "Moby Dick", de Herman Melville. Desordenadamente, se me ocurren otros: Josep Pla, Saint-John Perse (esto siempre me hizo mucha gracia), Dickens, Yeats, James Joyce, Chesterton, Henry James? En general, la literatura inglesa y norteamericana, y también la literatura rusa. Creo que menos la cosa francesa. Le caía mal Ana Ozores (bueno?) y no le gustaba Borges. Yo creo que, en realidad, lo que no le gustaba era alguna gente que cita a Borges "a lo Adagietto de la quinta de Mahler".

Es conocida su condición de cinéfilo, por supuesto del cine que llamaríamos clásico. Sobre todo, John Ford, pero también Orson Welles (sus versiones de Shakespeare), Renoir? No sé si es muy conocida su condición de auténtico erudito del cine mejicano y, sobre todo, el hecho de que hizo (yo no las he visto) tres películas.

Ignacio fue, él mismo, un personaje literario. Era, desde luego, poco convencional. Yo creo que sus temporadas infantiles y juveniles en aquel Llanes (marinero, indiano) que tanto le gustaba determinaron su visión épica del mar y su gusto por los viajes y la aventura, que canalizó sobre todo a través de los libros. De familia enraizada en Llanes (nada menos que coritu), debió de ser sin embargo un poco pariente de Chester Allan Arthur. Tenía una tremenda memoria, tirando a espectacular. Era intuitivo, observador y con una mirada que diseccionaba casi todo. Fue hombre de grandes amigos y de grandes enemigos y hasta de "afectos intermitentes".

Su carácter era firme y sus virtudes muchas: era leal, valiente, con un gran sentido del honor, de la justicia, de la amistad, de los afectos? Le gustaban mucho los gatos y tuvo muchos. Uno especial fue "Pelle". También le gustaba Napoleón Bonaparte (algún defecto tenía que tener). Tal vez por azares del destino o por su condición poliédrica, fue un tiempo Secretario de Organización (aún en época de Franco) del Partido Socialista (de Oviedo), donde siempre tuvo grandes amigos que conservó hasta su muerte. Pero siempre se consideró un liberal, en un sentido más bien amplio. Recuerdo un surrealista e intuitivo ejemplo suyo (más o menos literal): "Viajo siempre en coche, y siempre por carreteras secundarias. Las carreteras secundarias son liberalismo puro. Puedes parar donde quieres. Las autopistas son totalitarismo: te llevan adonde quieren". En su vida como ciudadano (un gran ciudadano) tuvo que ver con el Ateneo, la Alianza y otras instituciones y sociedades? En el fondo, siempre hizo lo que quiso y pasó su vida haciendo lo que más le gustaba: escribir y leer. Se enorgullecía de su independencia, de su libertad y de su condición de "caballero particular" (fórmula, creo, de Juan Luis Rodríguez-Vigil).

Se fue a vivir a Sevares quizá demasiado tarde. Su llegada, al menos inicialmente, tuvo mucho de "exilio político". Neosocialistas llaniscos (con una cierta sordera a las sentencias de los tribunales, incluidas las del Tribunal Supremo) llegaron a un intolerable acoso e incluso a su ignominiosa y pretendida destitución como cronista oficial de Llanes. En Sevares redescubrió la primavera, recuperó la tranquilidad y con ello creo que también ganó como escritor. Y con Ignacio, Covadonga. Ignacio nunca hubiera sido Ignacio sin Covadonga, que, en las duras y en las maduras, se negó también a pasar por las horcas caudinas de unos cuantos incalificables.

Ignacio Gracia Noriega falleció el 6 de septiembre de 2016. Una sentencia inapelable había anulado tiempo atrás la decisión corporativa de su "destitución" como cronista oficial de Llanes, sentencia que los "sordos" oyeron con dificultad. Con su muerte, hemos perdido a un gran escritor y a un gran amigo. Desde luego, a un hombre libre y valiente. El Llanes de otros llaniscos decretó luto oficial.

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