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"El Buxu esconde aún muchos secretos", afirma la que fuera su guardesa 42 años

Luisa Quesada, que trabajó en la cueva de 1960 a 2002 y que reclama más promoción para uno de los "tesoros" de Cangas, recibirá un homenaje el viernes

Luisa Quesada revisa varios grabados de la cueva del Buxu en su casa de Cardes, en Cangas de Onís, ayer. C. CORTE

La cueva del Buxu guarda aún muchos secretos por descubrir. Al menos eso defiende María Luisa Quesada Soto, que entre los años 1960 y 2002 ejerció como guía de la gruta, ubicada en la localidad de Cardes, en Cangas de Onís. "Es una pena que no continúen con las excavaciones por la zona", recalca la mujer, que el viernes recibe una placa a modo de homenaje por los 42 años que trabajó como guardesa del espacio, en el que pueden contemplarse ejemplos de arte rupestre Paleolítico. La entrega tendrá lugar en la Casa de Cultura de Cangas, donde el profesor de Prehistoria de la UNED, Mario Menéndez Fernández, presentará su libro "La cueva del Buxu", a partir de las seis y media de la tarde.

Quesada confiesa que está "muy emocionada" con el homenaje. "En la cueva del Buxu pasé más de media vida, allí se criaron mis cinco hijos y cuando me tocó jubilarme me costó lágrimas abandonarla", confesó la mujer, que vive en el barrio de La Caleya, a 800 metros del enclave, descubierto hace cien años.

Fue a raíz de una obra para iluminar la cueva en los años cincuenta cuando esta vecina de Cardes comenzó su labor como guardiana del Buxu. "Mi marido ya fallecido, Manuel García, tomó parte en los trabajos y cuando acabaron los empleados de la Diputación dejaron aquí las llaves, que hasta entonces estaban en el Ayuntamiento o en el bar de Susierra", contó.

Entonces empezaron a llegar visitantes, casi siempre extranjeros, interesándose por las representaciones de caballos, ciervos o signos tectiformes registrados a unos 70 metros de la entrada. Quesada, de forma altruista, les acompañaba durante el recorrido. "Los primeros diez años la enseñaba porque me gustaba y creía que era importante dar a conocer esta joya patrimonial. Luego la Diputación empezó a cobrar entrada por verlas y me daban 700 pesetas al mes", dijo.

El deterioro de las pinturas provocó la restricción del número de visitantes hasta las 25 personas diarias actuales, una medida que no todos los usuarios aceptaron de buen grado. "A diario llegaban autobuses, sobretodo en verano y cuando les decías a la gente que no podía pasar intentaban sobornarte con un billete de mil pesetas o más pero yo nunca cedí", explica.

Equipada con una linterna y ropa cómoda de abrigo, la guía se adentraba por la galería para mostrarle a los turistas las representaciones artísticas del periodo Solutrense y Magdaleniense. "Les contaba por ejemplo que la cueva fue descubierta en 1916 por Cesáreo Cardín en el curso de distintas prospecciones realizadas por encargo del conde de la Vega de Sella, Ricardo Duque de Estrada, que en colaboración con Hugo Obermaier publicó uno de los primeros estudios científicos sobre el arte paleolítico asturiano", señaló. Las investigaciones tomaron un nuevo impulso con las excavaciones promovidas por Menéndez y Olávarri, que certificaron la presencia de varios niveles arqueológicos con restos de industria lítica y ósea datados entre 20.000 y 18.000 años antes del presente. Allí apareció, por ejemplo, una escultura tallada sobre un colmillo de oso de las cavernas en forma de ave.

"Por los veranos venía por quincenas chavales de la Universidad a investigar y siempre me trataban con respeto y me tenían en cuenta", apunta la homenajeada, que reclama mejorar la promoción y el acceso a la cueva del Buxu -visitable de miércoles a domingo- "porque muchas veces ni los de aquí son conscientes de que tenemos este tesoro".

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