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Parres, meca neorrural

Un matrimonio argentino defiende las oportunidades del pueblo de Bode, donde ha instalado un obrador artesano que en tres años ha triplicado su producción

Silvina Fernández y José Luis Cándido, con algunos de sus panes, en su obrador de Bode (Parres). CRISTINA CORTE

Al matrimonio argentino conformado por el abogado José Luis Cándido y la pediatra Silvina Fernández no les gusta las etiquetas pero encajaría perfectamente dentro de la definición de neorrural: ambos son urbanitas que dejaron el bullicio de la ciudad de Santa Fe para disfrutar de la naturaleza, el paisaje y la tradición del pueblo de Bode (Parres).

La familia -tienen dos hijos- se instaló en la localidad, nombrada como Pueblo Ejemplar de Parres en 2016 por lo económico que resultaba la adquisición de vivienda y después de que a Fernández le saliera trabajo en el hospital de Arriondas. Cuando su contrato expiró, en 2012, decidieron que no quería renunciar a la paz y tranquilidad que se respiraba en Bode y apostaron por adentrarse en los caminos del microemprendimiento. "Pensé en qué sabíamos hacer y como en Argentina ya cocinábamos nuestro propio pan optamos por abrir un obrador Al principio éramos escépticos pero pronto comprobamos que tenía mucha aceptación", explicó Fernández.

La producción artesanal se ha triplicado desde que abrieron el negocio de forma oficial, en noviembre de 2014. Entonces hacían apenas diez panes al día pero hoy ya surten a una decena de tiendas de Llanes, Parres, Nava, Gijón, Oviedo o Candás, y amasan entre semana unos 50 kilos de harina, lo que da pie a producir más de 70 hogazas. El distribuidor va a su casa a recoger los pedidos, que sólo elaboran previo encargo específico. El secreto del éxito: materia prima ecológica, cocinar sin conservantes, refinado o gasificantes y hacerlo con mucho amor, confiesan. "No damos abasto y nos planteamos incluso contratar gente para aumentar el negocio, pero por el momento no conocemos a nadie que quiera plantarse a la una de la madrugada en Bode a hacer pan toda la noche", cuentan. "Sabemos que hay gente que tiene dificultades para montar un negocio pero en nuestro caso fueron todo facilidades por parte de la Administración", recalca el matrimonio, que comenzó vendiendo sus productos en el mercáu El Tenderete de Cabranes.

Arroz, arándanos, semillas de chía o nueces son sólo algunos de los ingredientes que llevan sus creaciones, personalizadas según el gusto del cliente. "Cada vez hay más pedidos de pan hecho con harinas sin gluten", explica el matrimonio, que también sirve pizzas caseras a domicilio a los clientes del hotel El Quintanal, que se encuentra a 50 metros de su domicilio.

La pareja anima a todos a instalarse en el campo, donde hay salida más allá de la ganadería o el turismo, aunque advierten de que dar el paso lleva aparejadas circunstancias que no resultan tan bucólicas: "requiere sacrificio, pero compensa vivir en el medio rural, tener tu propia huerta, intentar ser autosuficiente y disfrutar de los amaneceres".

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