Unai tiene sólo nueve meses de edad, pero ayer participó en la primera prueba deportiva de su vida: el cross del colegio de Infiesto. Lo hizo montado en carricoche y guiado por las manos expertas de su madre, Silvia Blanco, y de su tía, Eva Blanco, que no dudaron en calzarse los playeros y echar a correr por una buena causa. Y es que la carrera solidaria, impulsada por la asociación de madres y padres local, sirvió para recaudar fondos para el Proyecto Bubisher de ayuda al pueblo saharaui. En total, un centenar de personas tomaron parte en la prueba popular, cuyo dorsal tenía un coste de dos euros por persona.

Además, muchos vecinos hicieron donaciones sin llegar a competir en el cross, por lo que la cifra total recaudada para construir una biblioteca en los campamentos saharauis superaba con creces los 300 euros a media mañana, cuando aún quedaban participantes por inscribirse.

El ganador oficial de la carrera solidaria fue Carlos Carrocera, el del bar El Tenis, que como premio simbólico se llevó unos bombones sin azúcar. Uno de los participantes más aplaudidos fue el alcalde de Piloña, el socialista Iván Allende, que aún con camisa y en zapatos se atrevió a competir y quedó a mitad de la tabla en la clasificación. Los profesores del centro, con la directora Laura Fresno a la cabeza, también se animaron a participar en la prueba benéfica.

El cross escolar de Infiesto, que puede presumir de ser uno de los más longevos de la región en su 37º edición, estuvo presentado por el profesor jubilado del centro Andrés Aguado, recientemente nombrado Hijo Adoptivo del concejo por su promoción de los valores humanos. Aguado agradeció al docente de Educación Física del instituto de Infiesto, Sebas Guerrero, su implicación en el evento. "Ha conseguido animar a 60 chicas del instituto para que corran, una cifra nada desdeñable en los tiempos que corren", remarcó. En el cross, que sirvió como homenaje al atleta piloñés fallecido Juan Puerta, tomaron parte unos quinientos alumnos procedentes de los colegios de Infiesto, Sevares y Villamayor y del instituto de Infiesto. Todos ellos recibieron al pasar por meta un bollu preñau, un batido, una chocolatina y una braga para el cuello conmemorativa.

Los participantes en el 37º. cross escolar de Infiesto hicieron un balance "positivo" del evento deportivo. Fue el caso de Patricia Antuña, que participó en la carrera solidaria con su hija Alea Baz, de un año de edad. "Acabé muy fatigada, pero correr por una buena causa y para que todos los nenos tengan las mismas oportunidades de aprender siempre merece la pena. ", sostuvo. Su opinión la compartía Janire Mañes, que se lanzó a hacer el recorrido, que incluía una vuelta a todo el patio del colegio, conduciendo el carricoche de su hijo Arán Mañes, de dos años de edad. "Todo lo que une deporte y solidaridad nos parece genial", concluyó.