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El principal centro asistencial de la comarca cumple veinte años (2)

El día que el hospital casi se fue a pique

Tras diez jornadas de lluvia, el 16 de junio de 2010 los ríos Piloña, Sella y Chicu se desbordaron anegando Arriondas, incluido el Grande Covián

Rescate de un enfermo de la sección de Urgencias del Hospital de Arriondas, con la ayuda de una lancha, el 16 de junio de 2010. LNE

Durante diez días, con sus noches, llovió sin parar. Como ni los más viejos habían visto nunca. Y crecieron tanto los tres ríos que confluyen en Arriondas -Sella, Piloña y Chicu- que, el miércoles 16 de julio de 2010, el agua superó muros, cauces y barreras y se adueñó por completo de la villa. Veinte centímetros en la calle principal; los barrios más bajos, completamente anegados. Entre ellos, el del hospital. La planta baja del centro, donde se guardaban los historiales médicos, estaba totalmente cubierta por el agua, que avanzaba hacia el mar atestada de barro. Los pacientes del Grande Covián, incluidos los enfermos ingresados y algunos recién operados, tuvieron que ser evacuados. En lancha.

La abuela del piragüista olímpico Javier Hernanz, la parraguesa María Teresa de Diego, fue una de las personas que se vieron obligadas a abandonar el centro en canoa. "Al salir de casa ya me dijo la vecina del tercero que llovía demasiado y se iba a inundar el garaje. Le di las llaves de mi coche para que lo sacara y fui al hospital en taxi", contó. De Diego, que entonces tenía 75 años, se sometió a una revisión oftalmológica con normalidad, pero al acabar la consulta y salir del hospital se encontró con que el agua llegaba a la cintura de quienes circulaban por las inmediaciones.

"En el momento no pensé que iba a ser para tanto y me dio por reír cuando los voluntarios de las empresas de turismo activo de la comarca, que habían prestado sus embarcaciones, me invitaron a subir a una canoa para cruzar. Me empapé enterita y unos amigos me prestaron un albornoz pues no pude ir a casa a cambiarme hasta las siete de la tarde, cuando empezó a bajar el cauce porque tenía el portal de casa inundado también", contó.

Una de las 90 camas con las que cuentan las instalaciones parraguesas la ocupaba aquel día el padre, ya fallecido, de José Ramón Fabián, jefe de la Policía Local de Parres. "Yo no estaba de servicio pero en cuanto vi sobre las nueve que el río estaba a punto de desbordarse di el aviso. En cuestión de muy pocos minutos subió más de un metro el cauce y tuve que salir con mi padre a bordo de una lancha para que lo trasladaran luego en ambulancia al Valle del Nalón. Después me reuní con el personal de Emergencias que tenía su base de operaciones en la rotonda del hospital", narró. "La colaboración de vecinos y del personal sanitario fue de diez, y a raíz de este suceso se puso al día un protocolo de actuación", valoró.

Por su parte, la técnico de ambulancia del centro Verónica Fernández tenía programado dar a luz ese día a su primer hijo en Arriondas pero cuando se puso a salir de casa -vive frente al hospital- se dio cuenta de que no podía hacerlo a pie. "Me quedé flipando por todo el agua que había. No daba crédito. Era una pesadilla. Tuve que entrar en canoa y como no sabían cuándo iba a volver la electricidad decidieron no ingresarme y sacarme en una lancha zodiac para mandarme al hospital de Oviedo, donde a la mañana siguiente nació mi niño Hugo Vidarte", explicó la mujer, que celebró que no se registraran daños humanos graves y valoró el buen trato recibido por parte de los servicios de emergencia.

Poco después de que la técnico abandonara las instalaciones, la responsable del servicio de archivos hacía una llamada por megafonía para que la ayudaran a rescatar los historiales de los pacientes -muchos se perdieron para siempre- y los médicos cambiaron el estetoscopio por calderos para achicar el barro y el agua.

La inundación generó una auténtica ola de solidaridad. Por ejemplo, el movimiento ciudadano "Arriondas sigue" logró recaudar más de 40.000 euros, que repartió entre los más necesitados.

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