Nació en San Román de Piloña y vivió en Gijón desde que tenía trece años, pero su destino y su mirada estaban irremediablemente unidos a Lastres. El pintor Roberto Crespo Joglar recaló en la villa marinera en 1963, durante un recorrido en moto que realizaba junto a dos compañeros de Bellas Artes, sólo provistos de color y lienzo. "Usábamos una piedra como palta y una astilla como espátula", rememora Crespo, quien iba acompañado de dos compañeros estudiantes de Bellas Artes en la Academia de San Fernando, en Madrid.

Ya entonces el piloñés se detuvo ante la que casi cuarenta años después sería su casa y tomó un apunte por la parte trasera, ignorando por completo que aquel lugar formaría una parte tan íntima de su vida y su mirada. Casado con Amor Fernández, maestra en el colegio público Manuel Fernández Juntos durante trece años, Crespo ha mirado tanto al mar para retratarlo que puede evocar su movimiento sin tenerlo delante. "Al principio mi pintura no era precisamente figurativa, sino un poco impresionista y con tonos oscuros", explica el pintor, quien en la zona de la estación de Gijón encontró inspiración para los tonos "tostados, casi negros" que reflejaban las vías y el carbón que hace décadas la ocupaban.

Su evolución le llevó los temas rurales relacionados con la labranza, los paisajes, las marinas y un estilo a caballo entre el impresionismo y el expresionismo pero con un denominador común: el gusto por el color y el movimiento, además de la observación. "Me gusta mucho observar, por eso la naturaleza me enseña. Sobre todo la de aquí, que es movida", describe el pintor, quien se deleita en estaciones y cielos y tiene en el otoño y parte del invierno su momento predilecto del año. Los prefiere al verde chillón de la primavera y confiesa que compone estos tonos "con todos los colores de la paleta. Incluso uso el negro bastante" sin descartar ni un ápice de la "infinita variedad" que ofrece.

El piloñés regentó durante cuarenta años la academia Joglar, en Gijón, por la que han pasado incontables alumnos. Ha expuesto en ciudades asturianas, pero también en Zaragoza, Bilbao, Madrid y Caracas y tiene obras en instituciones como el Colegio de Aparejadores de Oviedo o la Escuela Superior de Ingenieros de Gijón.