A Irene Tamés Lobeto le faltan cuatro días para cumplir tres meses y ayer se "bautizó" como miembro del bando de la Guía de Llanes, en el día grande de las fiestas. Como manda la tradición, sus padres la ofrecieron a la Virgen antes de cumplir un año. Su madre, Lorena, es llanisca de la Guía; su padre, Javier, porruanu de San Justo... "pero comulgo con la tradición", resaltó. Una veintena de progenitores hicieron lo mismo. Diego García, por ejemplo, también fue ofrecido a la Virgen por su padre, José Ramón, ovetense y veraneante en Llanes, a quien hicieron de la Guía sus amigos. Ahora lo vive intensamente, como el que más: ayer sentía una "emoción total" cuando se acercaba el momento de elevar al pequeño sobre los arcos entrelazados tras la danza del bando. Rito obligado.

Los dos Daniel Torre, padre e hijo, vinieron de Tenerife expresamente para la Guía. La esposa y madre tuvo que quedarse por trabajo. Marcharon a vivir allá en junio y pensaban que no vendrían. "No me ocupé hasta el 1 de septiembre, pero fue ver fotos y... teníamos que venir. Esto tira mucho". El chaval bailó la danza de arcos. El padre dirigió a los 53 costaleros que ayer se turnaron para llevar a la Virgen. Una cifra récord. Y en un par de días, de vuelta a Canarias.

Marga San Martín se vistió de aldeana. Como hizo siempre, "incluso embarazada y recién parida". "Lo mamé", asegura. Su madre, como todas "Las Baldomeras", era de la Guía. Y se lo inculcó desde el nacimiento. Ahora ella hace lo mismo con sus hijos: a las diez, al pasacalles, después, a la procesión... "Que lo mamen, como yo", resaltó.

También lo mamó Adela Batalla, que vivió su infancia en el barrio Bustillo, justo debajo de la capilla de la Guía. Ayer acompañó a su hijo Pancho Núñez y a su nieto Efrén. Ambos vestían trajes de porruanu que ella misma confeccionó. Pronto le hará otro al crío, de cuatro años y medio, porque ya le va quedando pequeño.

Claudia Rojas, de la Guía por tradición familiar, no dudó en fotografiarse con unos nardos "apoyaos" en la cadera, como señala el himno del bando.

Para Yolanda Cerra, antropóloga riosellana, el 7 y el 8 de septiembre son "dos días de felicidad garantizada". Porque disfruta de su trabajo -"observación participante", ver, mirar y aprender. La atraen "los cambios y las permanencias" en los "rituales colectivos en vía pública". La novedad que le llamó la atención este año, dos floreros con hortensias a la entrada de la basílica.

Maite Berbes lleva 52 años vistiéndose de aldeana. Los que tiene, menos uno: solo falló durante el embarazo de su hijo Mario. Es hija de Tere Blanco, una de las pioneras del alquiler de trajes en Llanes.

Sandra Colina, de Unquera, se viste desde niña para la Guía, porque se lo inculcó su madre, llanisca. Portó una pandereta, con la imagen de la Virgen llanisca.

Diego Rodríguez se estrenó ayer como porruanu. Es de Guadalajara, pero su novia es de la Guía... y ya tocaba. Él encantado, aunque el traje le daba "un poco de calor". Se aguanta bien.

Manuel Pidal presumía de "palu". Se lo hizo un tío suyo, aprovechando "una especie de tumor de la madera". Impresionante.

Lola Zapico estaba encantada con su traje de aldeana, sobre los hombros de su padre, Daniel, y junto a su abuela, Cruz Huerta, de Piñeres de Pría. La pequeña aún no ha cumplido dos años y ya se ha vestido dos veces para la Guía.

Jorge Fernández baila el pericote antiguo. Lo borda. No es extraño: ha ensayado desde el 18 de agosto, de las once de la noche a las dos de la madrugada.

Lucía García tiene 11 años y Carmen Rodríguez, 10. Llevan cuatro bailando la danza de arcos. Se lo pasan pipa. También ensayaron duro, desde el 18 de agosto, una hora y media cada día.

María José Soberón, llanisca del bando del nardo lo resume en una frase: "Un año más, por y para siempre, la Guía".