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El Miguel Indurain de Piloña

Luis Blanco, que recorría en bicicleta toda la comarca para comprar ganado, elegido "Paisano del año" 2017 junto con M.ª Julia Sánchez

El Miguel Indurain de Piloña

Piloña ya tiene "Paisanos del año" 2017: son María Julia Sánchez Sánchez "la de Caldevilla" y Luis Blanco Alonso, natural de Biedes. El consistorio les hará este jueves un homenaje coincidiendo con el 59.º Concurso-Exposición de Ganado Vacuno de Infiesto, como premio a toda una vida dedicada al campo. Será a la una de la tarde en el recinto de la piscifactoría.

"Es una alegría que se acuerden de uno, y muy de agradecer que tengan este detalle", asegura Blanco, que tiene 90 primaveras y poco que envidiar a ciclistas como Miguel Induráin o Alberto Contador. Durante los 32 años que ejerció como tratante lo mismo se plantaba con su bicicleta por caminos más recónditos de Onís, Caso, Colunga y Nava en busca de las mejores reses. El único superviviente de siete hermanos intentó librarse de la mili trabajando en las minas piloñesas de La Marea pero los espacios cerrados lo agobiaban tanto que no le quedó otra que ir a hacer el servicio a Zamora, allá por 1949.

A su vuelta, un año más tarde, fue cuando se decidió a comprar el ganado que cada lunes bajaba caminando desde Biedes al mercáu de Infiesto. "Era muy bueno, venía gente de Bilbao, Santander o Lugo a comprar aquí, pero luego empezó a ganar fama el de la Pola y tuve que dejar el oficio, gracias al cual saqué adelante a mis seis hijos", narra el viudo de Olga de la Parte. Su hija Ana Blanco, de 55 años de edad, sigue los pasos del progenitor y cuida de una decena de reses en Biedes. "Es complicado porque la carne vale menos que hace 30 años, pero le digo a ella y a todos los jóvenes que no pierdan nunca la ilusión y que trabajen en lo que de verdad les guste", matiza el galardonado.

Incondicional de ferias como la de Corao, el premiado confiesa con tristeza que desde hace un par de años ya no pasa tanto por los recintos feriales porque un mal resbalón le dejó algo tocada la cadera, un hecho que no le impide seguir limpiando la maleza que se acumula en los caminos de Biedes ni cultivando maíz, patatas o lo que se tercie.

Blanco no conoce personalmente a la "Paisana del año" de Piloña, aunque haciendo gala de una memoria prodigiosa confirma que a su marido, el marinero ya fallecido Vicente Vallejo, sí que le compró alguna vaca.

La galardonada confiesa que se siente"nerviosa y emocionada" por el reconocimiento que recibirá este jueves. Lo hace con una sonrisa en los labios, que no perdió ni en los años más duros, esos en los que sus tres hermanas mayores tuvieron que embarcae rumbo a Buenos Aires en busca de una vida mejor. "Yo, al ser la pequeña, me quedé al cuidado de mis padres, que vivían en Fresnidiello, y al ganado. Mientras tornaba a les oveyes siempre echaba algún cantaratu y aprendí a tocar la pandereta", apunta.

De su infancia, Sánchez guarda recuerdos como cuando antes del amanecer bajaba caminando con el burro hasta la Feria de Infiesto cargando varias crías de cerdo que luego ponía a la venta. Tras el matrimonio con el marinero vinieron seis hijos: Ángel, Vicente, Soraya, María José, Luisa y Julita, que no le impidieron sacar tiempo para coger la guadaña, la fesoria o arrear alguna vaca si hacía falta. "Como ya no ando tan ágil tuve que vender el ganado, pero el día que me llevaron lloré de pena", matiza Sánchez, que desde hace más de medio siglo vive en Caldevilla, en el barrio del Pueblu Baxu. Allí la visitan los nietos y el biznieto.

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