Chocolatinas, bollitos y patatas fritas surten la máquina expendedora de la sala de espera del Hospital de Arriondas, una selección que ha provocado las quejas de numerosos usuarios de las instalaciones. Pacientes, familiares e incluso algunos trabajadores lamentan que en un sitio "donde supuestamente se vela por la salud" no existan alternativas a los productos procesados, salitrados y transgénicos.

La protesta se extiende a la máquina de café. "No es capuchino, ni chocolate a la taza... son polvos incomibles y un largo etcétera de ingredientes que se mezclan con agua y te dan hirviendo en un vaso de plástico que desprende tóxicos.

Los usuarios de las instalaciones parraguesas opinan que es una manera triste de enfermar directamente a la población porque "los niños interiorizan y normalizan ese tipo de alimentación y los adultos piensan que si está en el hospital no será tan malo, adquiriendo conductas que harán que su diabetes, tensión u otra patología que tengan se acentúe y, si aún lo la tienen, se la provoquen".