El desfile de Reyes comenzó ayer mucho antes que la cabalgata para los niños como Mateo Muñoz. Una hora antes de que Melchor Gaspar y Baltasar se subiesen en las carrozas para repartir ilusión por las calles de Oviedo -en la foto, a su paso por la plaza de Porlier-, los nervios ya recorrían de arriba a abajo el estómago del pequeño de seis años, que no paraba quieto invadido por la impaciencia. Como él, muchos otros más. El recorrido de la cabalgata, por primera vez en la historia, estuvo completamente vallado y los pequeños no tuvieron acceso a la comitiva en ninguno de los puntos del trayecto, así que muchos se quedaron con las ganas en Oviedo de darles las últimas cartas y saludarles. Las estrictas medidas de seguridad derivadas del estado de alerta por ataques terroristas blindaron el cortejo.