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Cierra Perfumería Castaño, emblema del comercio de Ribadesella

El local lo fundó Delfina González, de las primeras esteticienes de Asturias, en los 60

Estela Rosete y Delfina González, en Ribadesella. CRISTINA MURUZÁBAL

Perfumería Castaño ha echado el cierre en Ribadesella, y con ella se ha cerrado un capítulo en la historia del concejo. Y es que su propietaria, Delfina González, es toda una pionera y un ejemplo de valentía y pasión.

Cuando González regresó de Cuba con su marido y sus hijos, allá por los años 60, comenzó su nueva vida vendiendo perfumes en una esquina dentro de la tienda de neumáticos y pinturas que por aquel entonces regentaba su marido. Y ese fue el comienzo de lo que más tarde se convertiría en su gran pasión: la estética. La casa de belleza Revlon apostó por ella y le animó a estudiar para convertirse en esteticién, llegando a ser una de las dos primeras de toda Asturias.

"Era muy cría y no lo pensé, si lo llego a pensar no lo hago", dice riendo. Y es que su profesión era toda una novedad en la sociedad de la época, y más en una población como Ribadesella. De hecho, al principio su principal clientela se componía de veraneantes de grandes ciudades que pasaban sus vacaciones en la villa. Eso sí, pronto las mujeres locales comenzaron a interesarse por sus productos y llegó a tener "más clientela de la que podía atender", sobre todo teniendo en cuenta las técnicas que empleaba al principio para tratar a sus clientas. "La cera para depilar de aquella la fundíamos en hornillos", recuerda. Por eso, dice estar "muy agradecida" al cariño que ha recibido siempre de los riosellanos.

Y si González fue una pionera en su profesión, sus clientas se contagiaron de ese espíritu. Por ejemplo, su buena amiga Estela Rosete le pidió el primer maquillaje para carnaval que se hizo en Ribadesella en aquella época. "Nos maquilló a mí y a mi marido y tuvo que pedir las pinturas a gente que hacía teatro en Barcelona, porque entonces nadie se maquillaba para carnaval", cuenta Rosete.

Durante estos años regentando la perfumería, Delfina González confiesa que ha sido "muy feliz". Además, se siente satisfecha de poder decir que siempre trató a quienes acudieron a ella con cariño y respeto. "Me siento muy orgullosa de que jamás vendí nada por hacer caja, siempre pensando en lo que podía ser mejor para mis clientes", cuenta.

Tan feliz fue en su trabajo que solo se jubiló por recomendación médica, no porque quisiera dejarlo por ella misma. Tras González, su nuera se hizo cargo del negocio, pero ahora ha decidido que es momento de cerrar esta historia. Para Delfina González no es fácil decir adiós al lugar en el que fue tan feliz y en el que pasó gran parte de su vida, y por eso confiesa que aún no ha querido pasar por delante de la puerta de su antiguo local. Eso sí, siempre le quedarán los recuerdos y el cariño de sus clientas, que aún siguen pidiéndole consejos.

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