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Fernández Conde: "Lo de Covadonga, más que batalla, fue una escaramuza"

El doctor en Historia habla de "covadonguismo" para referirse al hecho de engrandecer sin límites las andanzas de Don Pelayo

Estatua del rey Pelayo en Cangas de Onís.

Don Pelayo nunca fue rey y la de Covadonga, más que una batalla, fue una escaramuza. Ésas son algunas de las premisas que el experto Javier Fernández Conde (Pillarno, Castrillón, 1937) defenderá en la charla "Pelayo, Covadonga y el covadonguismo" que hoy ofrece en el Parador de Cangas de Onís, en Villanueva, a partir de las ocho de la tarde.

Fernández, que estudió en el instituto Carreño Miranda de Avilés antes de ingresar en el Seminario de Oviedo, es doctor en Historia de la Iglesia por la Universidad Gregoriana de Roma y en Historia por la Universidad de Oviedo, donde ocupa el cargo de profesor emérito.

El ponente, párroco y autor de varios libros, acuñó el término "Covadonguismo" para referirse al hecho de mitificar y engrandecer sin límites la realidad histórica de lo acontecido en Covadonga a comienzos del siglo VIII. Fernández constata "un gran fervor por vivir de la gloria del pasado" en este 2018, justo cuando se conmemoran en Covadonga tres grandes efemérides: el XIII centenario del supuesto nacimiento del Reino de Asturias, el centenario de la creación del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga (actualmente de los Picos de Europa) y el de la coronación canónica de la Santina.

El historiador apunta que la de Covadonga fue más bien una "escaramuza" porque no participaron tantos hombres como cuentan las crónicas escritas ciento cincuenta años después de que tuvieran lugar los hechos, datados hacia el año 722. "Decir que lucharon 180.000 musulmanes es un disparate", apunta.

Para sacar adelante sus investigaciones, el historiador tuvo que hacer frente a dificultades como la escasez de fuentes, falsificaciones de documentos y el carácter de las crónicas, muy ideologizadas. "Se escribieron 150 años más tarde, con Alfonso III, a quien le interesa engrandecer los valores de Asturias porque en su corte había mozárabes y se encontraba en pleno proceso de conquista de la Meseta", relata. "Hasta los siglos XV y XVI, a los reyes les interesa estar conectados con Pelayo, incluso a los mandatarios de Aragón, Navarra y Cataluña, lugares en los que hubo resistencia indígena al Islam", abunda.

Según Fernández Conde, don Pelayo fue un jefe más de la zona, que, junto a otros mandatarios, se habría sublevado en Covadonga para eludir la tributación a los musulmanes. Según su versión, las tropas musulmanas comandadas por el caudillo Alqama sufrieron una derrota inesperada, en parte por su desconocimiento del terreno, según indica el experto. "En algunos escritos se apunta al origen visigodo de Pelayo. Puede que, efectivamente, haya tenido contacto con visigodos, pero yo apuesto por que fue un jefe local", sentencia. "Sólo así se explica que llegue tranquilamente a Covadonga y le elijan -tras la escaramuza- como príncipe, no como rey, porque en las crónicas no se dice que fuese designado como tal ni se preocupaban entonces por coronaciones", subraya. Se da la circunstancia de que, precisamente, estos días la corporación municipal canguesa se encuentra en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) de Madrid promocionando el concejo y uno de sus puntos fuertes es la recreación de una batalla astur y de la supuesta proclamación de don Pelayo, que se repetirá en septiembre en Cangas de Onís, dentro de los actos de los centenarios.

Respecto de los orígenes del Reino de Asturias, señala que son más "complejos" de lo que suele decirse y que para entenderlos se tiene que ver la existencia de fuerzas locales que estaban detrás. "La evolución estuvo configurada por luchas, alianzas y pactos entre pueblos muy bien organizados", dice. Según su versión, Pelayo habría intentado conservar un linaje tras la unión con Gaudiosa, pero la monarquía asturiana como tal habría comenzado a consolidarse con Alfonso II. El poder entonces se había ido poco a poco trasladando desde Cangas de Onís a Oviedo.

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