La lluvia que amenazaba con hacer acto de presencia en Infiesto dio un respiro para que miles de personas pudieran disfrutar de la representación del vía crucis viviente, que este año contó con novedades como el canto de varias saetas. Hasta trescientos figurantes tomaron parte en el evento, que puso la guinda a la Semana Santa piloñesa. Las representación de Jesús, flagelado y humillado por parte de las autoridades romanas fue tan realista que a más de uno se le escaparon las lágrimas de camino hacia la plaza del Ganáu, donde tuvo lugar la crucifixión. El evento, que cada año involucra a más colectivos vecinales y sociales, está organizado por la Cofradía del vía crucis viviente de Infiesto, que aspira a conquistar la distinción de interés turístico regional.

El punto de partida fue la plaza Mayor, donde pasadas las seis de la tarde de ayer comenzó el juicio ante Poncio Pilato de Jesús que, una vez condenado, cargó con la cruz en compañía de los ladrones Dimas y Gestas. A la altura de la plaza del Ayuntamiento, el Nazareno se encontró con su madre , produciéndose uno de los momentos más emotivos del vía crucis. Con la ayuda del Cirineo, Jesús pudo llegar hasta los jardines de la Obra Pía, donde la Verónica le limpió el rostro, cubierto de sudor, sangre y lágrimas. Otra de las escenas más conmovedoras fue cuando Jesús, ya crucificado, pronunció sus últimas palabras y tras expirar fue bajado de la cruz y trasladado al sepulcro, dando fin a la representación de la Pasión, que se libró de la lluvia que una hora más tarde hizo acto de presencia en Infiesto. El párroco local, Manuel García, tuvo palabras de agradecimiento para "los de casa y los que han venido desde fuera para compartie esta tarde de Pasión y muerte de Jesús". "La historia no acaba. La gran historia de Jesús comienza aquí con su resurrección", concluyó.