La quinta edición del vía crucis viviente dejó "muy buen sabor de boca" en Infiesto. Lo dice Patricia Miriam Martínez, presidenta de la Cofradía que organiza el evento. "Se cumplieron las expectativas, la participación fue masiva, no cabía un alfiler por las calles y al final el tiempo acompañó", celebró.

Y es que la lluvia amenazaba con hacer acto de presencia en la tarde del Viernes Santo en Infiesto dio un respiro para que cientos de personas pudieran disfrutar de la representación, que este año contó con novedades como el canto de una saeta a la Virgen y al Cristo. La interpretación, muy aplaudida, corrió a cargo de la cantante de flamenco profesional Macarena Gutiérrez.

Hasta trescientos figurantes tomaron parte en el vía crucis viviente de Infiesto, que puso la guinda a la Semana Santa piloñesa. Las representación de Jesús, flagelado y humillado por parte de las autoridades romanas fue tan realista que a más de un asistente se le escaparon las lágrimas de camino hacia la plaza del Ganáu, donde tuvo lugar la crucifixión.

El punto de partida de la Pasión de Cristo fue la plaza Mayor de Infiesto, donde pasadas las seis de la tarde comenzó el juicio de Jesús ante Poncio Pilato. Una vez condenado, el Nazareno encarnado en la figura del electricista Manuel Castañedo cargó con la cruz en compañía de los ladrones Dimas y Gestas.

A la altura de la plaza del Ayuntamiento, el condenado se encontró con su madre, produciéndose uno de los momentos más emotivos del vía crucis. Con la ayuda del Cirineo, Jesús pudo llegar hasta los jardines de la Obra Pía, donde la Verónica le limpió el rostro, cubierto de sudor, sangre y lágrimas. Allí también le esperaba la cantante de flamenco para entonar una saeta que no dejó indiferente a nadie. Tras protagonizar varias caídas el Nazareno consiguió llegar a la plaza del Ganáu, decorada para la ocasión a semejanza del monte Gólgota. Allí se registró otra de las escenas más conmovedoras cuando Jesús, ya crucificado, pronunció sus últimas palabras, entre vejaciones de los romanos. "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen" dijo antes de expirar. Su cuerpo fue bajado de la cruz y trasladado al sepulcro, dando fin a la representación de la Pasión, que se libró de una lluvia que apenas media hora después cayó sobre las calles de Infiesto. Para cerrar el acto, el párroco local, Manuel García "Lito", tuvo palabras de agradecimiento hacia "los de casa y los que han venido desde fuera para compartir esta tarde". "La historia no acaba. La gran historia de Jesús comienza aquí con su resurrección", apuntó el sacerdote.

Lejos de descansar, la Cofradía del vía crucis viviente ya piensa en las novedades de las representaciones de la Semana Santa del próximo año.