El Gran Hotel Pelayo de Covadonga se inauguró en 1909 para disfrute de las corrientes turísticas más selectas y no tenía nada que envidiar a hospedajes de lujo franceses como el Excelsior de Chamonix, del que partían los montañeros más aventajados para coronar el Mont Blanc. Al menos eso defendió ayer en Covadonga el historiador langreano Luis Aurelio González Prieto durante su intervención en el ciclo de conferencias "Un hotel centenario para una Covadonga tricentenaria" -inaugurado en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA-, que el próximo sábado continúa con una ponencia de Javier Remis y José Luis Villaverde.

González, doctor en Filosofía del Derecho y profesor en el Instituto Rey Pelayo de Cangas de Onís, se centró en el periodo que transcurre desde la proclamación del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga en 1918, gracias al marqués de Villaviciosa, Pedro Pidal, hasta 1930, por ser este un tiempo en que el hotel albergó una secretaría exclusiva para el parque.

El historiador quiso acabar con algunos mitos: el primero el de la concepción sobre el proteccionismo que se tenía en la época, muy diferente al actual. "Pidal buscaba el disfrute turístico de las élites, una idea considerada excéntrica entonces. A imitación de lo que vio en su viaje al mirador del Glacier Point del parque nacional de Yosemite (EE UU) quiso poner una carretera hasta Ordiales, algo impensable hoy. El presupuesto alcanzó sólo para llegar al Pozul'alemán", dijo. Más: el de la montaña de Covadonga no fue el primer parque nacional de Europa, pues en 1914 se fundó en Suiza el de los Grisones. González señaló que a Pidal le sentó mal que le quitaran el comisariado del enclave para hacer una gestión más profesional.