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El estado del santuario en el año del triple aniversario

El abad de Covadonga busca mecenas que paguen una rampa de acceso a la cueva

Adolfo Mariño cifra en 35.000 euros el coste para eliminar barreras y facilitar a los peregrinos en silla de ruedas llegar ante la Santina

Escaleras de acceso a la cueva de la Santina en Covadonga. CRISTINA CORTE

Permitir que los peregrinos con movilidad reducida puedan visitar a la Santina. Ese es el reto que se ha propuesto el abad de Covadonga, Adolfo Mariño, quien busca financiación para acabar con las barreras arquitectónicas del santuario. En concreto, Mariño solicita con urgencia mecenas que sufraguen una rampa de madera para salvar las escaleras de entrada a la cueva de la Virgen. La obra, según estima, tendría un coste cercano a los 35.000 euros.

El abad de Covadonga asegura que desde que tomó posesión de su cargo en agosto, una de las cosas que más le "duele" es ver cómo personas en sillas de ruedas, mayores o convalecientes tienen que ser llevadas en volandas por sus acompañantes si quieren ver a la Santina. Por eso, una de sus primeras decisiones fue encargar un anteproyecto que buscara la mejor alternativa para sortear los nueve escalones de entrada al habitáculo de la Virgen. Entre las opciones que se barajaron estuvo la de instalar una plataforma elevadora mecánica. La idea acabó desechándose, entre otras cosas, por falta de espacio y porque si se concentran a la misma hora varias personas con movilidad reducida -como en el caso de una excursión de minusválidos- tomaría mucho tiempo subirlos a todos, con el consiguiente peligro de un embotellamiento en la cueva.

La solución que finalmente se acordó fue la de colocar una rampa de madera noble y antideslizante en la parte derecha de la escalera de entrada al habitáculo de la Santina. Todos los peregrinos, independientemente de que tengan movilidad reducida o no, subirían por ella. La rampa sería además la salida para quienes tengan dificultades. El resto bajaría por la parte izquierda de las escaleras, según explicó Mariño. Para no acumular tanto desnivel, la rampa "sería como una serpiente que aprovecharía el hueco de la roca" donde antaño los peregrinos colocaban sus velas y que en la actualidad está libre.

El abad de Covadonga ya ha hecho consultas previas con las administraciones implicadas, la Dirección General de Patrimonio -por ser un bien de interés cultural- y el Ayuntamiento de Cangas de Onís, con competencias en Urbanismo. Ambos organismos ven con buenos ojos la iniciativa, que no requeriría, en principio, alterar la estructura de la cueva. Por su parte, Mariño señaló que "tenemos la ilusión y el proyecto. Sólo faltan patrocinadores". En este sentido hizo hincapié en la Ley de Mecenazgo aprobada por el Principado coincidiendo con el triple centenario de Covadonga, que ofrece "interesantes exenciones fiscales" a los empresarios que quieran colaborar en el proyecto. Una vez obtenidos la financiación y los permisos oportunos, restaría saber cuándo comenzarían las obras. "Este año se espera recibir más de 1.700.000 visitantes y hacer obras con tanto trasiego podría ser complicado. Una opción sería que se trabajara fuera de los horarios de visita de la cueva", concluyó Mariño.

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