La lucha contra el cáncer tiene nuevos aliados en la localidad piloñesa de Areñes. Allí más de una docena de personas participaron ayer en un taller de elaboración de cojines con forma de corazón que serán donados al Hospital del Oriente de Asturias para paliar el dolor y el malestar de las enfermas operadas de cirugía mamaria.

La iniciativa partió de la asociación de vecinos "Ríu Fontoria" a imitación del proyecto llevado a cabo en un hospital de Tennessee (Estados Unidos), donde la enfermera del servicio de oncología tuvo que ser operada y sus tías le colocaron una almohada que se ajustaba confortablemente al brazo. No sólo le reducía el dolor de la incisión al no presionar el edema, sino que la protegía de golpes accidentales.

"Lo vimos por internet y nos pareció una idea buenísima", explica la presidenta del colectivo, Viri Iglesias. "No es tan fácil como parece porque hay que seguir unos patrones concretos y meter sólo entre 155 y 165 gramos de relleno para que sirvan", apunta. Cada uno de los más de sesenta cojines diseñados con telas donadas por "Mayte Decoración" está acompañado por una tarjeta con frases positivas. "Es una forma de acompañarlas, de decirles que no están solas", señala.

Durante la tarde de ayer hubo tiempo además para poner en marcha un curso de elaboración de cabezudos en el que se dieron forma a dos diablinos que participarán en la procesión de las antorchas de San Roque en Areñes en la noche del 11 de agosto. La actividad estuvo dirigida por el asociado Óscar Corvera, que con poco más que papel de periódico, cola y globos hinchados consiguió que los alumnos hicieran los cabezudos en las antiguas escuelas del pueblo. Que tuvieran forma de diablinos no es casual: cuenta la leyenda que estos seres mitológicos habitaban en una casona del barrio de La Trapiella hace muchos años.

El mito, recogido por antiguos escritos, narra cómo los propietarios del inmueble no podían dormir porque los diablinos se pasaban la madrugada jugando en una bolera de oro que presumiblemente estaba escondida en el salón principal de la casona. Cansados de acumular noches de insomnio, los dueños iniciaron la mudanza, pero en el camino se habrían encontrado a los diablinos, que prometieron seguirlos allá donde fueren. Ante esa situación, los propietarios optaron por seguir en La Trapiella pero para acallar el ruido de la bolera tapiaron la ventana del salón, que permaneció así hasta el año 1988.