Una serpiente del desierto de Túnez rodeada de relojes y unas llaves colgando junto a minuteros son sólo dos de la treintena de esculturas que Julio Alonso Yáñez expone en la Casa de Cultura "Benito Pérez Galdós" de Arriondas. La muestra se inauguró ayer y permanecerá abierta al público hasta el primero de agosto, por semana, en horario de 10.00 a 14.00 horas. Alonso Yáñez, madrileño bajo el influjo de la Barcelona más mediterránea, quiere mostrar con esta obra el conflicto que los seres humanos viven en el siglo XXI por la falta de tiempo, que a veces "los envenena".

Se trata de la primera vez que el artista -también dedicado a la medicina natural- expone en Asturias. La elección de Arriondas, según explica, no es casual. "Desde joven estuve vinculado al piragüismo, mis mejores momentos vitales están vinculados a los ríos del Norte. Remar contracorriente era para mí la mejor forma de oxigenarme", explica.

Que haya tantas obras en un espacio tan reducido como la sala de exposiciones de la Casa de Cultura parraguesa tampoco es fruto del azar. Alonso Yáñez defiende un arte integrativo, en el que distintos movimientos creativos, en principio contrapuestos, puedan unirse formando un todo en lugar de competir. "En cuanto a mi faceta de artista, me defino como rescatador de tendencias, abrazándolas todas para tratar de mirar más allá de las limitaciones que toda etiqueta trae consigo", aclara.

Autodidacta en modelado y escultura hasta que en los años ochenta del pasado siglo comenzó en la escuela Krom de Madrid a dar forma a sus piezas bajo la dirección de Mª Luisa Campoy, no fue hasta finales de esa década cuando ofreció sus primeras exposiciones. La galería Girasol de Madrid, el Museo de Arte Contemporáneo El Vellosillo de Ayllón, la galería Lecrin de Granada y la galería Viveka en Segovia fueron algunos de los locales que acogieron entonces sus creaciones. De aquella primera etapa artística se exponen en Arriondas algunas esculturas en bronce, las más figurativas, aunque la mayoría fueron creadas a partir de 2016 tras una pausa creativa, y nunca habían salido a la luz pública hasta ahora.

El arte más conceptual comparte sala en Arriondas con obras abstractas en perfecta sintonía, invitando a los visitantes a reflexionar sobre los opuestos. "Destaca la relevancia del asombro, del impacto sin necesidad de herir o escandalizar. Lo novedoso extraído de lo más cotidiano o lo extraño convertido en algo que quiere ser bello", apunta. En la muestra tiene cabida todo tipo de materiales: desde plásticos recogidos en playas del Cantábrico que han pasado de ser basura a tomar forma de obras de arte hasta colillas en recuerdo de quienes fallecieron por empezar a fumar en una época en la que aún se desconocían los efectos nocivos del tabaco.

"Los materiales y la ejecución son el fin y el proceso, a la vez, con los que experimento en línea con esa apertura a lo experimental", concluye el artista.