El rey de la cucaña en la villa de Llanes se llama Bruno Valle Cabo. A sus quince años domina con puño de hierro la disciplina estrella de las tradicionales fiestas del Morru. La fiesta que todos años se celebra el fin de semana posterior a las fiestas de la Guía recuperó la cucaña para la villa de Llanes hace siete años. Desde ese momento Cabo ha ganado en cuatro ocasiones, en otra quedó segundo y en una ocasión tercero.

En total ha saboreado Valle Cabo las mieles del triunfo seis veces, pues desde que participa jamás ha bajado del pódium. La prueba celebrada en el puerto de la villa el pasado viernes reunió a cientos de personas en los aledaños de la calle Marqués de Canillejas, donde se colocó el resbaladizo eucalipto, y de la zona del Muelle para contemplarla.

Son muchos los que estos días le paran por la calle para saludarle y felicitarle por su triunfo. El secreto para vencer, según cuenta, no es otro que tomarse la competición con calma, templar los nervios e ir acercándose sin perder la concentración, poco a poco, hasta llegar a unos dos metros del pañuelo para poder cogerlo de un salto.

Fue en el año 2012 cuando la comisión de festejos del Morru recuperó esta disciplina en la villa. Con tan solo 9 años Bruno Valle observó la cucaña como espectador y le picó el gusanillo. "Me llamó mucho la atención y no dudé en apuntarme el año siguiente", cuenta. Asegura que no se prepara de manera especial para caminar sobre el eucalipto ensebado.

"Es muy difícil encontrar algo parecido a la cucaña para practicar", cuenta. Lo que si hace es lanzase al agua en marea alta desde el puerto en verano junto a sus amigos. En agilidad pocos le superan.

La popularidad de la cucaña llanisca aumenta año tras año y el pasado jueves se las vio con más de una veintena de contrincantes que se lo pusieron muy difícil para repetir triunfo. Su rival más duro hasta la fecha ha sido el también llanisco afincado en las islas canarias Ramón González Velarde. En el año 2014 ambos protagonizaron un emocionante desempate resuelto en tres rondas. "Fue la vez que más me costó ganar", dice. De motín se llevó este año 100 euros, una cena pagada y una camiseta.

"Lo celebré de noche con mis amigos en la verbena", señala. Entre ceja y ceja tiene en mente ganar por quinta vez. "No será fácil pero lo intentaré. Es algo que me gusta y con lo que me lo paso muy bien", indicó con modestia.

El viernes, de las tres rondas previstas por la organización de la cucaña, le sobró una. Al segundo intento ya tenía entre sus manos el preciado pañuelo que le aseguraba el triunfo y el aplauso unánime del púbico presente que no paró de jalearle.