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Infiesto ultima el Festival de la avellana, "escasa pero con un sabor buenísimo"

"No se puede vivir de ello, pero es un complemento ideal", apunta Verónica Longo, que sueña con tener una gran plantación en El Texedal

Verónica Longo Faza pone a secar las avellanas que va a llevar al festival de Infiesto, en su casa de El Texedal. C. C.

El futuro de la avellana está en El Texedal. Allí vive la geóloga Verónica Longo Faza, cuyo sueño es poner en marcha una gran plantación dedicada al fruto seco más emblemático de Piloña. De momento ya ha utilizado todos sus conocimientos universitarios sobre la corteza terrestre para plantar una hectárea de avellanos en dos fincas cercanas a su casa. Si todo va bien, a partir del próximo año tendrá la primera cosecha. Mientras tanto, Longo recolecta los frutos que dan los árboles plantados por sus antepasados en El Texedal.

"La diferencia es que ellos ubicaban los avellanos en zonas pendientes, donde no podía pastar el ganado, por lo que es más difícil hacer allí la recogida", explica la mujer, que desde 2015 participa en el Festival de la avellana de Infiesto, una cita que organiza el Ayuntamiento cada primer domingo de octubre y en la que Longo espera poner a la venta este año hasta doscientos kilos del producto.

Conseguirlo no es fácil porque "hay menos género que en 2017", cuenta. Entonces, un total de 84 cosecheros comercializaron más de cinco mil kilos de avellana en Infiesto y el premio a la mejor calidad se lo llevó otro vecino de El Texedal, Román Canal. La gran demanda del fruto seco, unido a la escasez y a la dificultad de su recogida, ha hecho que participantes como Longo se planteen vender a siete euros el kilo, un euro más caro de lo que se venía cobrando desde 2015. La decisión final del precio la fijarán de forma conjunta todos los asistentes al festival en una reunión que celebran este viernes en Infiesto.

La mujer, de 41 años, confirma que "no se puede vivir de la avellana" pero que, no obstante, es "un complemento ideal para la economía familiar". Por ello anima a los jóvenes del concejo a seguir sus pasos. Ella abogó por volver al campo en 2014 tras quedarse en el paro. Arovechó la situación para mejorar su formación agraria y poner a punto los avellanos de los abuelos. Pese a que la apertura del punto limpio en la recta de Lléu le brindó una nueva oportunidad laboral, no ha querido descuidar las plantaciones.

Respecto a la cosecha de este año, defiende que, aunque escasa, tiene "un sabor buenísimo". La falta de producto la achaca al mal tiempo que vino en época de polinizaciones. A diferencia de los campesinos tradicionales, Longo opta por atrasar las podas a diciembre o enero. "Los mayores lo hacen ahora tras la recolección, pero yo no puedo porque estoy sola y da mucho trabajo", explica. "Quitar los cañones que no sirven y abonar durante todo el año es fundamental para sacar rendimiento al avellano", aconseja. "Parece fácil, pero es sacrificado porque cuando quedan pocas apañar un kilo lleva veinte minutos, a lo que sumas otros diez para escoger las mejores", concluye mientras pone a secar el género que venderá en el festival.

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