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Boda de altura en Arcenoriu

La ovetense Irene Álvarez-Sostres y Dante Wasmuth, montañeros, se casan en la ermita a 1.500 metros de altitud: "Muy sencillo y todo al aire libre"

Los novios y acompañantes, ante la ermita. REP. DE C. M.

Si casarse ya es especial, hacerlo en un lugar único, en un paisaje incomparable, hace que la ceremonia se convierta en algo aún más increíble. Eso es lo que deben de estar sintiendo la ovetense Irene Álvarez-Sostres y el alemán Dante Wasmuth, que ayer se dieron el "sí, quiero" en la ermita de Arcenoriu (1.500 metros de altitud), en la montaña del concejo de Ponga, un lugar de belleza incomparable.

Los novios, grandes amantes de la montaña, tenían claro que querían casarse en una "ermita apartada". Si bien es cierto que en un primer momento pensaron en algún rincón de los Picos de Europa, esa idea pronto quedó desechada. "Conocíamos mucho más los Picos, pero en esta época del año lo vimos un poco masificado", relata Álvarez-Sostres. Así, en su búsqueda del lugar perfecto para celebrar su boda, se toparon con Arcenoriu y su pequeña ermita.

Para ellos, el lugar fue como un flechazo, quedaron prendados del sitio y ya no tuvieron dudas de que allí era donde querían celebrar la ceremonia de uno de los días más importantes de sus vidas.

Tras tenerlo claro, tuvieron que solicitar varios permisos. Eso sí, la propia novia confiesa que los trámites no fueron difíciles porque allí "ya se había celebrado algún bautizo". Además, ayudó que no tuvieran pensado realizar ningún montaje especial para la boda. "Es algo sencillo, no montamos carpa ni nada, todo es al aire libre, así que el respeto a la naturaleza es total", explica Álvarez-Sostres. En cuanto a bodas, cree que son los primeros y está contenta de haber estrenado este apartado.

Y si la ceremonia fue especial para ellos por estar en plena montaña, un paisaje que no les es extraño y al que tanto quieren, los novios también querían que los invitados tomaran parte en la experiencia y pudieran disfrutar de la naturaleza en su estado más puro. Por eso, para llegar a la ermita, ofrecieron dos opciones, las dos únicas posibles: hacerlo en todoterreno o, de modo más tradicional, acceder al lugar caminando, tras una bonita ruta.

La novia, aunque entusiasta de caminar por la montaña, decidió ser prudente en un día como el de ayer y se decantó por subir a bordo de un vehículo, pero muchos de sus invitados sí que recogieron el guante lanzado por los protagonistas del día. "La mayoría prefiere subir andando", contó Álvarez-Sostres. Incluso Wasmuth, el novio, se animó a llegar hasta su boda dando un paseo y no en la comodidad que suponen las cuatro ruedas.

Con la boda de ayer, a buen seguro la ermita de Arcenoriu y todo su entorno van a viajar muy lejos en las muchas fotos que los invitados habrán tomado. Y es que, además de españoles y alemanes, hasta Ponga llegó gente de muy diversos países, como la vecina Francia o el lejano Israel, lugar en el que Wasmuth y Álvarez-Sostres se conocieron y donde tienen grandes amigos que quisieron acompañarles.

Tras la ceremonia, los novios, ya como marido y mujer, y todos los que quisieron acompañarles se trasladaron a Oviedo para continuar allí con la celebración y la fiesta. Una forma de pasar un día tan especial en dos de los lugares más importantes para ambos: la montaña y la ciudad de la novia.

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