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Güerres, un pueblo unido por su capilla

La colaboración vecinal hace posible el inicio de la rehabilitación del templo, expoliado durante el siglo pasado

Arriba, un obrero trabajando en la rehabilitación de la capilla; sobre estas líneas, Javier López. CRISTINA MURUZÁBAL

Hay veces en las que, cuando parece que algo está a punto de perderse, los vecinos de un lugar se unen decididos a recuperar su historia. Y eso es lo que ha ocurrido en la localidad colunguesa de Güerres, donde muchos de sus habitantes han aportado su pequeño grano de arena para hacer posible que hayan comenzado los trabajos para rehabilitar la capilla de Santa Catalina de Alejandría.

Así, hace ya seis años, varios vecinos del lugar decidieron unirse para crear una asociación y salvar lo que una vez fue un templo con mucha historia. "Cuando nos pusimos con los trámites para la rehabilitación, encontramos en la biblioteca de la Archidiócesis unos libros que ya hablan de la capilla en 1590", cuenta Javier López, el presidente del colectivo. Sin embargo, apunta que estos libros ya hablan de la iglesia y de la cofradía que en ella existía como instituciones consagradas, por lo que se cree que su origen podría ser aún más antiguo, "entre los siglos XIII y XIV". Y eso no lo creen solo por los libros, sino que el presidente del colectivo considera que hay más pistas que pueden llevar a pensar así. "Santa Catalina entró en desgracia en el siglo XVI, así que no tiene sentido que en esos años se construyera una capilla en su honor", razona.

Sea cual sea su origen, lo que está claro es que es una parte muy importante de la historia de Colunga. Sus muros albergaron la que fue la primera escuela de todo el municipio. Además, la capilla de Santa Catalina fue la "madrina", según cuenta Javier López, de la ermita de Loreto, una referencia en Colunga. "El fundador de Loreto fue cofrade en Santa Catalina de Alejandría", explica López, según lo que han podido investigar. Sin embargo, esta capilla ejemplifica que a pesar de toda la historia que guarda entre sus muros, no está protegida contra el paso del tiempo. Este lugar estuvo abandonado y cubierto por la maleza muchos años tras la quema que sufrió en 1934 y el expolio al que fue sometido durante los años posteriores.

Además corría riesgo de venirse abajo, ya que una de las paredes se había desplazado con el terreno, dejando una gran grieta en la piedra. "Estaba completamente tapada, solo los vecinos sabían dónde estaba", explica el presidente de la asociación. Hasta tal punto llegó el saqueo al lugar, que, según cuenta López, la espadaña del templo "se vendió al Palacio de Gobiendes por 2.000 pesetas".

Varios vecinos decidieron que la situación no podía seguir así y que era su deber recuperar su patrimonio. Dicho y hecho. Formaron una asociación y comenzaron los trámites para poder llevar a cabo la rehabilitacion, además de organizar una sextaferia para limpiar de maleza los muros y el interior del templo, un trabajo que ha dado sus frutos y en el que, por fin, parece que empiezan a ver la luz al final del túnel. Para lograrlo su esfuerzo ha sido grande.

"Llevamos casi 10.000 euros invertidos hasta ahora, y la obra de rehabilitación calculamos que va a andar entre los 70.000 y los 80.000 euros", cuenta López. Así, estos trabajos se van a sufragar gracias a una inversión de 22.500 euros proveniente de los fondos europeos Leader, el apoyo de algunas instituciones y, sobre todo, el esfuerzo de los vecinos, que se han unido para recaudar fondos y así recuperar el esplendor de esta capilla. Un lugar en el que se va a trabajar en dos fases: una con la limpieza interior de las paredes, el arreglo del muro desplazado y el retechado, y otra en la que se van a encargar del suelo y el exterior. Dos fases que deben tener terminadas el año que viene para no verse obligados a devolver parte de la subvención europea.

Por todo esto, los vecinos están "muy ilusionados" con el proyecto. De hecho, se ha conseguido recuperar la cofradía, con la que se han marcado el objetivo de llegar a los cien cofrades, y han firmado un contrato con el Arzobispado para usar el templo no solo para dar misas, sino también como centro social y cultural.

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