Como no se adopten medidas a corto plazo es posible que el tradicional mercado de los domingos de Cangas de Onís se acabe muriendo de éxito. La situación no es nueva, pero conlleva sus "complicaciones" para tratar de adaptarlo a los nuevos tiempos y que ninguno de los actuales vendedores ambulantes se considere discriminado. Pero, según pasan los meses y los años, el problema se acrecienta ante la perentoria necesidad de darle un necesario cambio, siempre para mejor, a la popular plaza canguesa, uno de los iconos turísticos de la primera capital del Reino de Asturias y con enorme tirón durante todo el año, llueva o luzca el sol.

Buena parte de las críticas ciudadanas se centran en los diferentes puestos de venta ambulante -textiles, comestibles, etc?-, localizados en los aledaños de la iglesia y que ofrecen un panorama poco halagüeño cara al turista. La única solución pasaría por reubicarles en otro lugar, como bien podría ser la amplia zona del barrio de la Concepción, a escasos metros de distancia del Palaciu Pintu, en cuyos soportales se encuentra el centro del susodicho mercadillo semanal. Este pasado domingo, sin ir más lejos, en los coletazos del puente del Pilar, ese lugar ofrecía un aspecto inusual por la escasez de puestos.

Otro punto candente viene a ser la proliferación de decenas de "top-manta". Cada vez, ese tipo de venta es más perseguido por las fuerzas del orden, pero ahí siguen un domingo sí y otro también con el consiguiente perjuicio para el pequeño comercio local que, religiosamente, debe abonar sus impuestos y seguros. Los empresarios se quejan de que afloran por todas las esquinas de la plaza nada más ausentarse los agentes de la Policía Local o de la Guardia Civil.