"La pérdida es considerable". La veintena de ganaderos de Colunga afectados por la oruga defoliadora de gramíneas tuvieron ayer una reunión con representantes del departamento de Sanidad Vegetal, dependiente del Principado, para trasladarles los problemas que han sufrido por la presencia de este insecto -cuya plaga se extiende a otros concejos de Asturias- en sus pastos.

Según explican los propios ganaderos, las pérdidas que deberá afrontar un profesional que cuente con unos 60 animales para alimentarlos durante tres meses ascenderían a unos 4.500 o 5.000 euros. Y es que, debido a que las orugas se han comido los pastos de otoño, deben alimentar a su ganado con lo que tenían guardado para el invierno, por lo que están obligados a comprar alimento. "Cuando se quiera tener algo de producción será abril o mayo, los pastos de otoño ya se perdieron", lamentan.

Además, a esto debe sumarse que en los pastos colungueses no sólo se han encontrado este tipo de orugas, sino también otras conocidas como "orugas rosquilla" que secan las plantas porque afectan a las raíces, aunque, eso sí, están "muy localizadas". Según explicaron, la buena noticia es que con la bajada de temperaturas estos animales tienden a desaparecer. Sin embargo, ya se piensa en el año que viene y en qué hacer para prevenir nuevos problemas.

En este sentido, los responsables del Principado apuntaron a que es más fácil prever cómo evoluciona este tipo de insectos cuando están en su fase de larva. Por ello, la alcaldesa, Sandra Cuesta, que también estuvo en la reunión, ha anunciado que se va a poner en contacto con el Instituto de Luces para coordinar un proyecto de estudio en el que esté presente el centro de enseñanza, el Principado, el consistorio colungués y los propios ganaderos. Así, siempre siguiendo las directrices de los expertos del Principado, la idea sería "poner unas trampas con feromonas" para atraer a estos insectos en sus primeras etapas y analizar cuál es el progreso de estas orugas, si es que lo hay, y, a partir de estos resultados, actuar.

"No se trata de erradicarlas porque forman parte de nuestro ecosistema", ha explicado la regidora, quien sostiene que el problema llega cuando se da un "desequilibro".