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"Ayudamos al desarrollo integral", dice el canónigo de Covadonga, de misión en Benín

Alejandro González visita la misión asturiana de Gamia, donde reparte fármacos donados por los vecinos de Amieva, Ponga y Cangas de Onís

El canónigo de Covadonga, Alejandro González, con un bebé, en Benín.

El canónigo de Covadonga, Alejandro González Alonso -conocido como "Jano"-, lleva dos semanas a más de 4.000 kilómetros de distancia de la Santina por una buena causa: repartir medicamentos entre los más necesitados de la localidad de Gamia, en Benín (África occidental). Los fármacos fueron donados por antiguos feligreses de Amieva, Ponga y Cangas de Onís -concejos en los que ejerció como sacerdote desde 2014 y hasta hace un par de meses-, amigos y voluntarios de la Hospitalidad de Lourdes de Oviedo.

González se instaló en Gamia el pasado 5 de noviembre a propuesta de Pedro Tardón, delegado de Misiones de la diócesis de Oviedo, y con el visto bueno del arzobispo Jesús Sanz, que trabaja por abrir una nueva misión en África. El lugar se sitúa a pocos kilómetros de Bembereké, lugar que ya ha sido evangelizado por los asturianos y que ahora quedará a cargo de sacerdotes africanos.

El canónigo de Covadonga, que regresará a Asturias el próximo 5 de diciembre, ya estuvo como diácono hace cinco años en Bembereké y quería conocer de primera mano la situación en Gamia, lugar donde la doctrina islámica está muy extendida. Hasta allí se trasladó con un equipaje en el que, además de medicinas, hubo espacio para balones y equipaciones de fútbol con los que entretener a los más pequeños, algo de ayuda económica y hasta una incubadora de bebés para un hospital. Llegar no fue fácil y requirió la ayuda de un vehículo 4x4. "Las dificultades pueden ser grandes, pero las alegrías e ilusiones son mayores", indicó ayer a LA NUEVA ESPAÑA.

Jano presta estos días una labor de acompañamiento al compañero César Borbolla, que se quedará en la zona junto con el sacerdote Antonio Herrero, que ya ejerció su labor en Bembereké.

El canónigo de Covadonga resalta que la labor de los misioneros asturianos va más allá de la simple evangelización. "Ayudamos al desarrollo integral de los pueblos encomendados", cuenta. Como ejemplo pone la antigua misión de Bembereké, donde se construyó un internado en el que vivían sesenta chavales que contaban con pocos recursos. En el proyecto de Gamia aún no hay internado, pues se está empezando a trabajar desde cero, pero lo que sí está ya en marcha es la construcción de pozos y letrinas. La idea es la de formar a mujeres para que ellas vayan por los pueblos sensibilizando a sus vecinos sobre la importancia de atender correctamente a los bebés para que no mueran desnutridos o sobre cómo llevar la economía del hogar de una forma más eficaz.

Desde la misión asturiana se colabora con entidades como Manos Unidas para realizar proyectos de inserción de la mujer en el mundo laboral. "Les ayudamos a sacar adelante pequeñas cooperativas para la elaboración del carité y la cría de animales de granja", ejemplifica Jano.

"También llevamos el tema de Cáritas, atendiendo diariamente todos los casos que nos llegan, y ofrecemos becas de estudios para chicas y chicos con problemas económicos pero con interés y capacidad para estudiar una carrera", afirma. Su labor comprende la adquisición de sillas de ruedas u ordenadores adaptados para hacer más fácil la vida de las personas con discapacidades, así como también la formación de nuevos catequistas para que puedan trasladar a otras aldeas la palabra de Dios.

González, de 43 años y natural de Lugones, hace hincapié en la riqueza cultural de Gamia. "Los saludos en francés, batonu, peuhl... se entremezclan y nos hacen sentir parte de este puzzle multicultural y racial", cuenta. Según refiere, en su refugio de Gamia cuentan con un cuadro de la Santina "que nos recuerda que, aunque estamos en otro continente, nuestra madre y señora de Covadonga nos protege".

En el continente africano el párroco asturiano no necesita despertador: cada mañana se despierta entre las 4.30 y las 5.00 horas con las voces de los imanes llamando a la oración a los musulmanes a través de las numerosas mezquitas repartidas por Gamia. "Apretar la almohada contra las orejas no funciona, así que cierro los ojos y voy rezando el Credo hasta que suenan las campanas de la parroquia y pienso: gracias a los misioneros, Dios volverá a estar y hacerse presente en medio de este pueblo".

El diácono de Covadonga resalta la importancia de Asturias "como cuna de grandes misioneros, que hacen una labor excepcional", concluye.

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