Los hórreos son una de las joyas arquitectónicas más preciadas de Asturias. Para evitar que se vengan abajo -no hay que olvidar el trágico suceso en Piloña hace una semana, cuando una mujer murió aplastada al caer abajo la edificación- el Principado ha sacado una línea de ayudas por valor de cien mil euros de la que se han beneficiado tres construcciones beyuscas, por su antigüedad y singularidad unas de las más apreciadas. Estos tres graneros, los tres propiedad de particulares, se han llevado un buen pellizco del presupuesto general regional: hasta 22.733,19 los euros.

De la restauración de dos de estos hórreos beyuscos, ambos situados en Viegu (Ponga), se encargó el piloñés Adrián Castañedo, que la semana pasada concluyó por completo las obras comenzadas en octubre. "No fue difícil aunque reconozco que estaban bastante deteriorados", apunta el joven, que cuenta con amplia experiencia en el arreglo de hórreos y paneras. Para la ocasión asegura que empleó únicamente madera de castaño.

Cerca de una veintena de hórreos beyuscos -el término alude al desfiladero de los Beyos donde se ubican, entre Asturias y León- ponguetos fueron incluidos en 2015 dentro del Inventario de Patrimonio Cultural, lo que les confiere el segundo nivel máximo de protección dentro de la normativa autonómica. Entre las peculiaridades de estas construcciones, que se yerguen sobre terrenos más escarpados, destacan el tener un tejado a dos aguas y carecer del corredor con el que sí cuentan el resto de graneros tradicionales ubicados en otra partes de Asturias.