Las hermanas Carmen Luisa y Margarita Canga lleva más de veinte años al frente de la cafetería del Instituto de Infiesto y no se cansan. De sus fogones salen a diario un centenar de pinchos de los que dan buena cuenta futuros médicos, carpinteros o políticos con igual entusiasmo.

En estas dos décadas las piloñesas aseguran que el centro ha experimentado grandes cambios. Como ejemplo ponen la importancia que se da a la nutrición, con la prohibición de venta de bollería, refrescos y chucherías por la que los antiguos alumnos se pirraban. "En realidad caramelos hacía tiempo que no vendíamos: nos negamos a hacerlo desde que la fábrica de Chupa Chups cerró dejando en el paro a tantos vecinos", matizan las mujeres, que cambiaron los donuts por la fruta.

Tampoco la gestión de las instalaciones es la misma. Cuando llegaron la dirección del centro se encargaba de asignar la cafetería pero ahora es el Principado quien saca la gestión de las instalaciones periódicamente a concurso. Esta situación provocó que hace un par de años perdieran el negocio, al presentar una empresa externa una oferta más ventajosa. Tras un curso cargado de protestas por parte de los usuarios las hermanas consiguieron hacerse con la concesión hasta 2020.

Fue la hija de Carmen la que en su etapa de estudiante se enteró de que la cafetería del IES quedaba libre y animó a Margarita, que acababa de quedar en el paro, a coger las riendas del negocio. La familia Machargo, por entonces gestora del mismo servicio en el centro de San Cipriano, les facilitó, entre otras cosas, los proveedores. Las hermanas, naturales de Priede, destacan el buen horario -por semana de 08.30 a 14.20 horas- y el buen trato que reciben por parte de estudiantes y profesores. "Hacemos hasta de psicólogas cuando vienen tristes por suspender un examen, de médicas cuando les duele la barriga y les damos manzanilla y hasta de libreras si vienen pidiendo prestado un compás", concluyen.