El lobo se dio un festín en la noche del martes a escasos metros de la localidad piloñesa de Lozana, donde acabó con la vida de seis ovejas y dejó gravemente herida a otras dos, según denunciaron los vecinos. Seis de ellas eran propiedad de los hijos de Loli Bermúdez y Víctor Molina y estaban contratadas para animar el próximo 5 de enero la cabalgata de los Reyes Magos en Gijón. El suceso ha dejado tremendamente desolado al matrimonio, que, según cuenta, lleva veintidós años participando "con muchísima ilusión" en el desfile gijonés, al que acuden con un carro del país y acompañados por burros, vacas y un rebaño de ovejas que hacen las delicias de los niños. Pero en esta ocasión su participación en la cabalgata está en el aire. "Tenemos pocos días de margen para comprar más. Las cinco que se salvaron, encima, están algo estresadas", lamentan. El matrimonio no se explica cómo el lobo pudo acceder al cercado en el que descansaban sus animales, perfectamente vallado y que contaba con un pastor eléctrico.

No es la primera vez que el cánido causa bajas en el rebaño de la pareja piloñesa. Según su versión, hace poco más de un lustro les acabó con la vida de siete ejemplares y tuvieron que sacrificar a otras dos que presentaban grandes daños por mordidas en las partes traseras.

A raíz de la desaparición de cuatro potros en los montes de Espinaréu el verano pasado, la familia optó por no subir a las yeguas paridas a los pastos de altura este año. Pero el lobo ya no sólo ataca en las cumbres menos accesibles. Ahora los lugareños constatan su presencia a escasos tres kilómetros de Infiesto. Los afectados confirman que no están a favor de la extinción del cánido, pero reconocen que es "muy necesario" que la administración competente lleve a cabo controles efectivos de la fauna salvaje.

Otra de sus reivindicaciones es la agilización en el pago de daños. El problema es que muchas veces ni siquiera cobran por los ejemplares perdidos porque los guardas no son capaces de encontrar los restos de los animales fallecidos. "Va diez días me crucé con un lobo encima de Porciles, en los montes de Espinaréu, y cuando llegué a un prau que tenemos en la zona me faltaban cinco cabras. Por más que las busqué no aparecieron, con lo que no recibiré compensación", se queja Molina. En la misma línea se expresa su mujer, que teme que los ataques vayan a más en los próximos días. "Así es difícil que la gente joven quiera quedarse en el campo", concluye.