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La maestra Marta se va de Arriondas

"Mi profesión me encanta: la dejo en parte porque me está dando problemas la garganta", explica la docente del Río Sella, agasajada por sus compañeros

Marta Granda (en el centro, con chaqueta rosa) posa con el resto de maestros del colegio público Río Sella de Arriondas en su despedida ayer. CRISTINA CORTE

"La alegría que se respira en el patio" es una de las cosas que más va a echar de menos Marta Granda Alonso, quien se jubila tras ejercer como maestra treinta y siete años, los veintisiete últimos en el colegio público Río Sella de Arriondas. Para despedirla, antiguos y nuevos compañeros del centro le entregaron varios obsequios y compartieron con ella un animado pincheo.

Pese a que Granda nació en Oviedo hace sesenta años, asegura que también se siente parraguesa porque fue en este concejo donde crió a sus dos hijos, David y Fran Longoria, que hoy ejercen como maestro y director de cine, respectivamente. Antes de asentarse en Arriondas roto por varios centros de Cangas del Narcea, Turón o Tudela Veguín, siendo su primer destino Tineo, a donde llegó con sólo 22 años tras estudiar Magisterio en la Universidad de Oviedo y sacar la oposición en 1981.

Granda tuvo claro que quería ser maestra casi desde el mismo día en que con cinco años puso el primer pie en la escuela de niñas de Fuso de la Reina. "En casa no había nadie que se dedicara a la enseñanza pero lo mío siempre fue muy vocacional", resalta. El primer curso en Arriondas lo impartió en el edificio que hoy funciona como Casa de Cultura. Después llegó el traslado al inmueble actual, a orillas del río Sella, donde en 2010 se vivieron trágicos episodios como consecuencia de fuertes inundaciones. "No era la primera vez que se registraban avenidas y por fortuna ya estábamos a finales de curso", indica.

Granda confirma que en estas casi cuatro décadas los medios con los que cuentan los docentes para ejercer su profesión "han mejorado bastante". Como ejemplo pone la generalización del uso de ordenadores. "Cuando yo ejercí como secretaria tres años la contabilidad se hacía a mano. Después pasó a haber una impresora y había que hacer cola para usarla pero eso hoy está superado", celebra. Otro avance: cuando se instaló en el centro parragués el timbre automático porque hasta entonces había que estar pendiente del reloj para anunciar el cambio de clases y recreos.

La maestra, que en los últimos años también se ocupó de la gestión de la biblioteca del colegio Río Sella de Arriondas, encara la jubilación cargada de nuevos proyectos pero también con pena por dejar atrás a buenos alumnos y compañeros. "Mi profesión me encanta: si la dejo es en parte porque me está dando problemas la garganta y la voz es uno de las herramientas más fundamentales en este trabajo", matiza.

Viajar, leer y, en definitiva, dedicarse más tiempo a sí misma son algunos de los planes que Granda tiene previstos a corto plazo.

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