Llanes tiene que decir adiós a la decana del turismo veraniego en el concejo. Lydie Jacquet, más conocida por todos como "Mimí", falleció a punto de cumplir los 107 años en Francia, lejos de su querida localidad de Barru, donde tan feliz fue verano tras verano y donde aún hoy, sin duda por el amor que ella les inculcó, veranean sus hijos, nietos y biznietos.

La de Mimí es una historia de amor por Asturias. De padres franceses, a ella le tocó nacer allá por 1912 en La Felguera, el lugar a donde se trasladaron sus padres para que su progenitor, Joseph Peyrachon, trabajara como ingeniero en la antigua Sociedad Metalúrgica Duro Felguera. Sin embargo, con la llegada de la I Guerra Mundial, la familia marchó durante unos años, volviendo una vez finalizada la contienda a instalarse en la región.

Esa vuelta no sería por mucho tiempo, pues con la amenaza de la Guerra Civil española los Peyrachon se fueron definitivamente, y tras unos años por varios países por motivos de trabajo de su padre, quedaron instalados finalmente en el centro de Francia. El traslado no fue fácil para la familia ya que, tal y como recordaba hace unos años la propia Mimí en conversación con LA NUEVA ESPAÑA, el llanto fue una constante durante todo el viaje.

Sin embargo, una vez pasadas las contiendas bélicas, y ya casada con George Jacquet, Mimí pudo cumplir su añoranza de juventud y volver a la que había sido su casa, Asturias, donde comenzó a veranear en la localidad llanisca de Barru junto a la que fue su amiga del alma, Lola García-Argüelles. Al principio, la hispanofrancesa acudía alquilando una casa y después comenzó a ocupar varias habitaciones de un hotel de la zona. Sí, varias, pues era frecuente que llegara con sus hijos y con varios amigos franceses a los que enseñaba el paraíso que ella había descubierto, siendo sin duda una de las precursoras del turismo en la zona.

Casas contiguas

Y tanto querían ella y su amiga, García-Argüelles, a ese rincón de Asturias que, sin decírselo a sus maridos, ambas decidieron comprar casas contiguas, como no podía ser de otra manera, para tener su propio espacio en ese lugar tan querido. Así, la familia de Mimí conoció los montes y los paisajes de Barru y sus alrededores, siempre junto a su buena amiga, una costumbre que mantienen aún hoy, varias generaciones después, sus descendientes.

Tal era su amor por Barru que el escritor asturiano Fernando Granda, hijo de García-Argüelles, cuenta que su deseo era "que la trajeran a Barru porque quería morir en Asturias". Una petición que no ha podido ser, pero a buen seguro Mimí se habrá acordado hasta el último momento de su querido paraíso llanisco.