Recién llegado de Argentina y con un dedo de la mano todavía congelado por su último ascenso al Aconcagua (6.954 metros), Juanito Oiarzabal puso ayer el broche de oro a las IV Jornadas de la montaña del concejo de Parres, que organiza el grupo "Picu Pienzu", en colaboración con el Ayuntamiento. A sus 62 años, el vasco no quiere ni oír hablar de jubilación. Aseguró al numeroso público congregado en la Casa de Cultura de Arriondas que seguirá peleando por el sueño de ser el primero en ascender dos veces las 14 montañas de más de 8.000 metros que hay en la Tierra. Le faltan sólo cuatro (Broad Peak y Nanga Parbat, en Pakistán; Dhaulagiri, en Nepal, y Shisha Pangma, en el Tibet), pero el reto tendrá que esperar por la lesión recientemente sufrida al otro lado del Atlántico. "La idea era hacer otro ochomil en marzo, pero, tras el chequeo, el médico me recomendó que me lo tomara con calma y que perdiera diez kilos", indicó el montañero, que figura entre los veinte mejores deportistas españoles del siglo XX. Oiarzabal, que aún se recupera de una embolia pulmonar sufrida en 2016, confía en estar a pleno rendimiento en verano o, a más tardar, en 2020. "Si veo que no recupero, tendré que dejarlo, pero lo bueno que tiene la montaña es que siempre puedes disfrutarla: si no es haciendo ochomiles, que sean cuatro miles", comentó.

El ponente cogió el gusto por las alturas con 7 años, de la mano de su padre en lugares como el Gorbea y, desde entonces, no ha parado de batir récords. De sus ascensiones -siempre sin bombona de oxígeno- dio cuenta el montañero Bernabé Aguirre, encargado de presentar las jornadas en Arriondas.

Oiarzabal, que en diciembre ya participó en el belén de cumbres de la sierra del Sueve, confesó su predilección por la gastronomía asturiana. "Me siento como en casa", aseguró.