Los vecinos de Coya, en Piloña, protestan porque el agua vuelve a salir turbia de sus grifos. La situación se repite cada vez que llueve con ganas en la zona, como ocurrió esta semana.

Ni los más de cincuenta mil euros invertidos el año pasado por la Consejería de Infraestructuras en las obras de instalación de unos filtros de limpieza junto al depósito de Coya han sido suficientes para atajar el problema. El resultado: hacer la colada o simplemente darse un baño eran ayer tareas imposibles para más de doscientos residentes, que para cocinar y fregar tuvieron que echar mano de agua embotellada.

Los lugareños, que llegaron a hacer una recogida de firmas y a manifestarse durante el desarrollo de un Pleno municipal el pasado verano, acusan esta situación desde hace más de una década. El Consistorio piloñés plantea ahora ampliar los metros de tubería que discurren entre el depósito y los filtros de agua instalados en 2018. El motivo: los técnicos sospechan que al estar tan cerca ambos elementos al producto coagulante que emplean no le da tiempo a actuar, y por eso el agua sigue llegando a los hogares como si fuera chocolate.

La previsión es la de que miembros de la empresa encargada del suministro potable y técnicos municipales revisen el mecanismo esta semana que entra con el fin de implantar a la mayor brevedad posible la tubería, que tendría forma serpenteante. Se baraja también la posibilidad de sustituir el coagulante por uno más efectivo.

La junta vecinal de Coya agradece el esfuerzo que el equipo de gobierno socialista piloñés está haciendo en este mandato para poner fin a un problema que llevan arrastrando desde hace más de diez años. "Nos consta que están muy implicados. Sabemos que la solución no es fácil, pero esperamos que se resuelva lo antes posible porque perdemos mucha calidad de vida", indica Aurora Hevia.

El sistema de filtrado de Coya es similar al que funciona en núcleos como la localidad canguesa de Mestas de Con, donde los empresarios turísticos se quejaban de la pérdida de clientela como consecuencia de la turbidez con que salía del grifo el agua potable. Las autoridades insisten en que, pese al color, el líquido es apto para el consumo humano.

En caso de que el cambio de coagulante y la nueva tubería serpenteante no dieran resultado en Coya, en última instancia los vecinos barajan la posibilidad de buscar un nuevo manantial de captación. La opción que suena con más fuerza es la de engancharse a la red que abastece al vecino barrio de Bargaéu.

El de Coya no es un problema aislado. Los residentes en zonas como la parroquia rural de Villamayor también reciben en sus casas agua turbia cuando se registran fuertes precipitaciones. El suministro de la parroquia de Villamayor se capta en el cauce del río, por encima del área recreativa de El Chorrón.