Dicen que de bien nacidos es ser agradecidos. En el concejo de Parres lo saben muy bien. Ayer, en un sencillo acto celebrado en el mirador del Fitu, el Ayuntamiento y el Colegio de Oficial de Ingenieros Industriales de Principado de Asturias recordaron con mucho cariño la figura del ingeniero gijonés José María Sánchez del Vallado, responsable, en 1927, de la construcción del mirador.

El acto consistió en la reinauguración de la placa que desde 1971 recuerda que el ingeniero gijonés proyectó y construyó de manera desinteresada la atalaya. Estuvo presente en el homenaje el alcalde de Parres, Emilio García Longo (PSOE), el decano del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Asturias, José Esteban Fernández Rico, y descendientes de Sánchez del Vallado.

"El del mirador del Fitu fue un proyecto pionero y emblemático", aseguró Fernández Rico. Pérez del Vallado se licenció como ingeniero industrial en Bilbao en 1907, siendo un experto del hormigón armado. Éste intervino, por ejemplo, en la urbanización de la calle Marqués de San Esteban de Gijón, así como en la construcción de la carretera entre Gijón y Pola de Siero y en el proyecto de la estación de ferrocarril de Carreño. La del mirador del Fitu es una obra original del catedrático de francés del Instituto Jovellanos de Gijón, Antonio Pérez Pimentel.

La construcción se sufragó por medio de una suscripción popular. La diputación donó 500 pesetas. Además del de Parres donaron dinero también varios consistorios de la zona, el de Gijón o, incluso, el de Vegadeo. La obra, que tuvo un coste total de 11.140 pesetas, duró dos semanas y se inauguró el 28 de agosto de 1927. "Reconocer lo que hizo es de justicia", añadió Fernández Rico.

Emilio García Longo aseguró que llevar a cabo actos de este tipo "es una obligación", y calificó a Pimentel y Sánchez del Vallado como "pioneros del turismo". Recordó, además, que para ejecutar los trabajos "se salvaron muchos obstáculos".

En el homenaje estuvieron presentes Carlos Vallado Alonso y Conchita Sánchez Zardaín, nietos del ingeniero gijonés, y una de sus biznietas, Esther Vallado Álvarez. "Venimos hasta el mirador siempre que podemos. Es una obra de ingeniería, con respecto al hormigón, que admiró todo el mundo y sus compañeros de profesión". La jornada acabó en la Casa Cultura donde García Longo hizo entrega a los descendientes del ingeniero de una reproducción del mirador.